-¿Puedo preguntar qué me he perdido? -preguntó Alexa, sentándose al lado de Chris.
-¿Perdona?
-Tú y mi hermano…
-Ah… Sí, han pasado un par de cosas…
-Ya me estás contando dijo Alexa con entusiasmo.
-Supongo que pasar tanto tiempo con él sirvió para algo. -Chris sonrió-. Casi no me di cuenta de lo que me estaba pasando. Primero fue poco a poco y luego de golpe, como cuando te duermes.
-Me estás citando Bajo la misma estrella. Pensaba que no te habías leído el libro.
-Y no lo he hecho…
-Ya, claro. ¿Y qué pasó? Ahora os veo bastante unidos…
-No sé cuando pasó exactamente, pero sí cuando me di cuenta… John había conseguido meterse en mis sueños de nuevo. Cuando David consiguió despertarme y alejarme de él se le veía muy alterado. Pensaba que creía que no había cumplido con su misión, que les estaba fallando a los ángeles… Por eso pensé que esa era la razón de que estuviera así.
»Pero cuando le pregunté no me dijo eso. Me dijo que no quería que nadie me hiciera daño, al margen de sus responsabilidades, que no quería perderme. Yo casi no le entendía. ¿Por qué me estaba diciendo eso? No lo entendía… Hasta que me dijo que no debería ser así, que un ángel no puede experimentar esos sentimientos, que los arcángeles no lo permitirían… Y me dijo que los ángeles no podían enamorase de un humano.
-Oh, Dios -dijo Alexa con la boca abierta-. ¿Y qué pasó entonces?
-Que los Arcángeles le llamaron y tuvimos que ir a hablar con ellos. No sé cuánto tiempo estuvimos allí, pero se me hizo eterno.
-No me extraña… -Alexa se interrumpió y se puso tensa con la mirada en la entrada del local.
-¿Alexa? ¿Qué pasa? -dijo Christina preocupada.
-No te quiero poner nerviosa, pero deberíamos buscar a David y a Anna y marcharnos. Tu ex-novio acaba de entrar por la puerta.
A Chris casi se la cayó la bebida que tenía en la mano. Poco a poco se giró y miró a la entrada. Efectivamente allí estaba. Con una camiseta nagra ajustada al cuerpo y unos vaqueros oscuros. El único trazo de color en él era su pálida piel y sus ojos azules. A su lado iban una chica y un chico, vestidos de forma similar. Ambos se inclinaban entre sí para hablar entre ellos. La chica parecía nerviosa y no dejaba de echar miradas al local cada poco tiempo. El joven a su lado parecía más tranquilo pero Christina podía ver como tensaba la mandíbula.
-¿Qué hacen aquí? -preguntó nerviosa Christina.
-No lo sé, pero esto no me gusta nada…
-Tengo que ir a buscar a David…
-No, no lo vas a hacer. Corres el riesgo de que te vean y no sabes a dónde ha ido.
-No podemos quedarnos aquí sentadas -replicó Christina.
-Podemos y debemos. Y si te intentas mover te ato a la silla. ¿Entendido?
-Sí, entendido. No me moveré si te llevas a Anna de aquí. Le puede ver o al revés y no quiero que ser le acerque.
-Está bien. Voy a buscarla, le doy mis llaves y que se vaya a casa. No tardaré nada. Pero por favor no te muevas -le suplicó Alexa.
-No me pasará nada. Ve a por Anna -le apremió Chris.
No quería quedarse allí sola, pero tenía que mantener al margen a Anna de todo esto. Pero, aunque no se lo había confesado a Alexa, Christina tenía miedo de que John se le acercase, de que se sentara a su lado, de que se pusiera a hablar con ella, o que intentara matarla… Aún no sabía exactamente qué significaba para él. Además, Alexa volvería enseguida y a David tampoco le podía quedar mucho. ¿Dónde se había metido? ¿Qué estaba haciendo? Echó otra mirada a la sala, pero ninguno estaba a la vista. Se empezó a ponerse nerviosa. No había nada por lo que preocuparse… ¿O sí?
-¿Qué hace mi princesa aquí sola? -dijo una voz a su espalda.
¿Cómo olvidar esa fría voz que un día le había susurrado al oído lo bella que era? ¿Cómo olvidar ese dulce rostro? ¿Cómo olvidar esos labios que una vez la habían besado?
-Dime querida, ¿dónde está tu ángel? ¿No debería estar protegiéndote? ¿O ya le han expulsado? He oído que los Arcángeles no están muy contentos con él…
-¿Y a ti qué te importa?
-¿Qué si me importa? No quiero que te hagan daño, sigo queriendo protegerte…
-De la única persona que necesito protegerme es de ti, John. No confío en ti. No eres el mismo.
-Eso es lo que te han hecho creer. Pero, ¿y si no es así? Yo nunca te haría daño, Tina…
-John, ¿no nos presentas? -dijo Alexa que acababa de llegar-. Te recordaba más educado.
-¿Cómo he podido ser tan maleducado, mi encantadora Alexandra? Nuestra señorita aquí presente es Inma y este -dijo señalando al otro chico- es Tommas. Todos conocemos a Christina. Y nuestra morena es Alexandra, la hermana de David, el ángel de la guarda de Christina. Aunque creo que últimamente se la tira también…
-Desvarías como un borracho -le acusó David.
-Un ángel nos honra con su presencia… Era una pequeña broma, amigo.
-Cállate y aléjate de ellas.
-Eh… Tranquilo hombre… No queremos causar problemas. Solo venimos a hablar con Danielle, pero hemos visto a esta joven tan sola… -Acarició la mejilla de Christina con las puntas de los dedos.
Un frío recorrió el cuerpo de Chris cuando John la tocó y se quedó paralizada. Sintió un miedo aterrador irracional a su contacto.
-¡No la toques! -dijo David poniéndose en medio.
-¿Celoso? -dijo John con una sonrisa-. No deberías estarlo. la tienes bien atrapada, por lo que veo. Ya le has metido en la cabeza los ideales de los ángeles, ¿o no? Pero no tenemos tiempo para estas conversaciones tan banales, tenemos que hablar con Danielle.
-Pues suerte con ella.
-No la necesitamos. Tenemos formas de que acepte -dijo John mirando a Tom.
Debió de ser la primera vez que David se fijó en él, porque se puso blanco y se quedó paralizado.
-No puede ser…
-Al parecer los ángeles no te contaron toda la historia, ¿verdad? -dijo John.
-¿Qué te han hecho, hermano?
-Nada que no quisiera, David. Los ángeles te pintan todo esto como lo peor que te puede suceder, pero no es así. Créeme.
-Pero… Tú no…
-David vámonos, ahora -le apremió Alexa mientras le cogía de un brazo y le arrastraba fuera de allí.
-Nos volveremos a ver -fue lo último que escucharon decir a John antes de salir a la fría noche.
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Ángeles contra demonios
Genç Kurgu"-¿John? -preguntó Chris pero ya no estaba allí .En su lugar había otro chico. Un poco más alto que John, rozando el metro ochenta. Tenía el pelo rubio ceniza, un poco largo, pero no lo suficiente como para que le llegara al cuello. Sus ojos eran gr...