Capítulo 11

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-Exactamente, ¿a qué esperamos? -preguntó Maggie.

Estaba sentada en la silla del escritorio de su hija. Ésta estaba sentada con las piernas cruzadas en su cama, apoyando su espalda en la esquina que formaban las dos paredes.

-Principalmente a que John o cualquiera de su grupo intente acercarse de nuevo a Christina -contestó David. Estaba apoyado en la pared opuesta a la cama, de pie-. Entonces, si es posible, cogemos a John, le hacemos ver que no debería estar aquí e intentamos llevarle a la luz. Sin él, D no puede acercarse a ti, Christina, necesita a alguien en quien confíes, así no podrá conseguir el collar.

-¿D? -pregunto Chris divertida.

-Sí, D, ya te lo he explicado -dijo David exasperado-. No podemos decir su nombre en la Tierra, sería como atraerlo directamente aquí.

-Ni que fuera Lord Voldemort -se burló.

-¿Quién? -preguntó extrañado.

-¿No creéis que hay cosas más importantes? -les reprendió su madre.

-Sí, cierto. Lo siento, Margaret.

-Te he dicho que me llames Maggie -dijo sacudiendo la cabeza-. Entonces… ¿Simplemente nos quedamos aquí sin hacer nada?

-No podemos hacer otra cosa, a no ser que propongas una incursión al infierno, a buscarles.

Chistina se estremeció al escuchar aquellas palabras.

-Cosa que por nada del mundo haremos -intentó tranquilizarla David.

-¿No podemos hacer nada de nada? -suspiró Maggie-. Avisarme en cualquier momento de lo que sea, ¿entendido?

Cuando el joven asintió serio, ella se dirigió al pasillo..

-Por cierto -dijo antes de salir-. Deberías hablar con Alexa, le dije que no te encontrabas bien.

-Claro, ahora la llamo y quedamos, ¿vale?

-Bien -su madre sonrió y le dirigió una mirada a David-. Y cariño…

-¿Sí?

-No te quejes, ¿vale? Es por tu bien.

Dicho esto salió de la habitación, dejando anonadada a su hija.

-No me he quejado, ¿a qué se refería?

-Tu madre me cae bien -dijo David con una sonrisa orgullosa.

-No me has respondido -objetó-. Y al parecer sabes el por qué.

-Claro que lo sé -dijo con una sonrisa-. Si pensaras un poco también lo sabrías.

La chica indignada, se giró y fue a buscar su móvil. Tras acordar la hora y el lugar, Christina se fue al baño, se cambó y se peinó. Salió de su habitación donde le esperaba David, bajó a la entrada, cogió una chaqueta y las llaves y se despidió de su madre.

-Mamá, he quedado con Alexa. Vuelvo a las diez -dijo asomándose al salón.

-Vale, cariño -dijo con una sonrisa desde el sofá-. Ten cuidado.

Chris salió, se puso la chaqueta y cerró los ojos notando el sol en la cara. David se quedó mirándola, era muy curioso verla así; relajada, parecía que tuviera quince años, un par menos de los que tenía realmente.

-¿Piensas quedarte mucho tiempo así? Si quieres te traigo la toalla y la sombrilla.

-Si quieres… Por mí… Te esperaré encantada -replicó con una sonrisa.

David sacudió la cabeza y siguió mirando el contraste entre su pelo negro como el carbón y la luz que reflejaba el sol. Cuando se dio cuenta de que tenía una sonrisa tonta en la cara, se apresuró a borrarla. Al cabo de un rato, la chica abrió los ojos de nuevo y al ver a David mirándola se sonrojó rápidamente y apartó la mirada.

Ángeles contra demoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora