Capítulo 15

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Christina se tumbó en la cama sin haberse quitado los zapatos antes, pero no le importaba.

-Es increíble. llevo diecisiete años despreciando los libros de fantasía y ahora me pasa esto. Es irónico, ¿no?

-¿Qué tienes en contra de los libros de fantasía?

-Eso mismo. Son irreales. Tú no vas a una discoteca y ves a tres personas con tatuajes extraños matando a un chico, ni tampoco encuentras un mundo dentro de un armario, ni tienes un novio vampiro, ni descubres que tu novio es un oscuro ángel caído… Bueno, eso ahora me lo creería. Pero son cosas que nunca te van a pasar en tu vida. ¿Para qué quiero conocer esas historias si no van a enseñar nada útil?

-El caso es que puedes aprender gran cosa de muchos ellos. No te digo que leer Crepúsculo se asemeje a leer un libro de filosofía, pero ¿qué me dices de Harry Potter? No solo habla de magos, brujas y hechizos. ¿Qué hay de la batalla entre el bien y el mal? ¿De lo que puede llegar a hacer el amor de una madre por sus hijos? ¿Del amor? ¿De la amistad? ¿Del coraje? En esos libros no todo es fantasía.

-Un poco de razón tienes. Pero en libros como Orgullo y Prejuicio, Bajo la misma estrella, Love Story… Y muchos más, también se puede apreciar amor, amistad… Y no necesito leer libros sobre magos, o dragones, o vampiros…

-Abandono el intento de que cambies de opinión -dijo David con una sonrisa-. ¿Y qué me dices de las distopías? Los Juegos del Hambre, Divergente, The Host…

-No están mal, pero no me atraen. Si eso pasa en un futuro, será en uno muy lejano.

-Eres un hueso duro de roer… -suspiró David-. Vale, nada de fantasía ni distopías… ¿Y la novela rosa?

Christina se lo pensó un poco antes de contestar.

-Depende… Hay algunas que son realmente pastosas.

-Y yo que tenía por esa típica adolescente que esperaba a su príncipe azul -bromeó David.

Chris le tiró una almohada en broma.

-Pero hay algunos que están bastante bien.

-¿Por ejemplo?

-Mírame y dispara, ese me gustó bastante. No es el típico de amor, tiene acción, muertes, traiciones…

-Ni idea de qué libro es -dijo David-. Pero dudo que eso sea novela rosa, exactamente… ¿Qué escritor te gusta más? Ya que supongo que no te gusta Federico Moccia…

-Agatha Christie, por ejemplo. Sus libros son realmente buenos, y no sabes quién es el malo hasta las últimas diez páginas, es como mi ídolo.

 -Sí, he leído algún libro suyo, son realmente buenos…

-David, ¿cómo sabes tanto sobre libros de hoy en día?

-Seré un ángel pero no vivo en el siglo pasado. Cuando no estoy en misiones tengo mucho tiempo libre. Cuando podía visitaba alguna biblioteca y me pasaba allí horas hasta terminarme un libro.

-¿Y los arcángeles te dejaban bajar a la Tierra para eso? -preguntó curiosa Christina.

-¿Y qué pintaba yo allí arriba? No podía hacer nada más que tumbarme en la cama a pensar. Lo cual es muy aburrido.

-Nunca me he pensado cómo era la vida de los ángeles . Yo te he hablado de mí, háblame de cómo era vivir allá arriba.

-El primer año no quería moverme, no quería hacer nada. Estuve un año de luto. Supongo que se apiadaron de mí. Alexa fue todo lo contrario. -David sonrió-. Desde el primer momento quería hacer algo, no quería pasarse un año como un alma en pena. Cuando decidí salir de ese estado melancólico ya no era la hermanita pequeña que yo había cuidado y había acogido en mi cama en las noches de tormenta. Era una guerrera. Miguel propuso alistarla al Pelotón de la Tierra. Son ángeles que vagan por aquí buscando demonios que se pasan de la raya y les escarmientan un poco. Pero ella no quiso cuando supo que yo no estaría. Aún seguía siendo mi hermanita pequeña.

David hizo una pausa rememorando esos tiempos.

-Me empezaron a entrenar con ella. No te creas que por ser ángeles somos pacifistas. Nos enseñaron a luchar y a derrotar a demonios, proteger humanos, ayudarnos los unos a los otros en un apuro… Aunque sin una espada demoniaca no nos pueden matar, sí pueden torturarnos y debíamos estar preparados para ello. Fueron tiempos duros, era como estar en el ejército.

»Poco después, Alexa, se dio cuenta de que quería volver a su vida normal. Quería bajar al parque a jugar, volver con las rodillas arañadas… Y deseaba, sobretodo, volver a tener un padre que le diera un beso de buenas noches, una madre que le peinaba su cabello en pequeñas trenzas… Pero yo no. En dos años, yo había madurado lo que un niño de mi edad no debería.

-Perdiste a tus padres a una edad muy temprana y eras el hermano mayor, uno de los dos tenía que hacerlo.

-Supongo que tienes razón.

»Fue entonces cuando ella se escapó a la Tierra. Cuando me lo contaron, pensé que era débil. Pero el débil era yo. Ella tuvo las agallas de dejar todo atrás por lo que quería. Fue capaz de negarse a seguir siendo un títere de los ángeles. Y aquí sigo yo. Cumpliendo sus ordenes…

-No creo que seas débil, David. Solo hiciste lo que tú creíste correcto.

-Eso me gusta pensar, pero sé que no es así. -David dibujó una sonrisa triste-. Desde entonces todo ha sido igual. Cumplo misiones, vago indefinidamente sin saber qué hacer… Pero descubrí una cosa. No puedes vivir apartado eternamente de dónde has nacido. Así que un día, sin casi darme cuenta, estaba de nuevo en la Tierra. No sabía qué hacer, así que di vueltas y vueltas… Hasta que encontré una biblioteca. Nunca había entrado en una, la verdad. Por curiosidad entré y cogí un libro al azar. Me enganchó desde la primer página y no quería irme, quería terminarlo. Desde entonces es mi libro favorito.

-¿Qué libro era?

-Peter Pan. Nunca se me olvidará.

-A mí también me encanta ese libro, aunque parezca de críos.

-¡Espera!

-¿Qué? -preguntó preocupada Christina.

-¡Lo has hecho!

-¿El qué he hecho?

-¡Has admitido que te gusta un libro de fantasía! -dijo David riéndose.

-¡Es cierto! -dijo exasperada Chris-. Pero es el único, te lo juro. ¡No seas crío!

David la abrazó y le dio un beso en la mejilla.

-Vale, vale. Me comporto -dijo con una sonrisa.

-¿Y desde entonces te gusta ir en tus ratos libres a la biblioteca?

-Exacto. Era la única manera de entretenerme. Porque aunque amo la música que tengo en mi habitación, si la estuviera escuchando todo el rato, me suicidaría.

-Dudo que eso sea posible… -comentó Christina.

-¡Déjame ser feliz! -dijo con voz de niño pequeño y se tumbó al lado de la chica.

Ángeles contra demoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora