Capítulo 5

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La libertad supone responsabilidad. Por eso la mayor parte de los hombres le temen tanto. -George Bernanrd Shaw (1856- 1950) Escritor irlandés.

Después de aquella primera vez Martín venía casi todas las noches y cuando no venía hablaba por teléfono largos ratos con mamá. Un día los vi de la mano y otro día se dieron un beso.

-¿Son novios? -le pregunté a mamá esa noche.

-Sí -me dijo, y pensé en decirle que ella tenía que ser novia de mi papá pero no me animé. Igual Martín me gustaba, jugaba conmigo, me traía más golosinas que mamá y cuando ella quería mandarme a dormir él le decía que me dejara otro rato. Una noche me contó un cuento y desde esa vez tuvo que hacerlo siempre que cenaba en casa.

Y así muy despacio yo me iba dando cuenta de todo. Que no tenía papá como el resto de los chicos, que mi mamá tenía un novio bueno con mucha paciencia y que aunque era de River me compraba cosas de Boca. Cuando los chicos hablaban de los papás en la escuela yo hablaba de Martín y no hacía falta aclarar que no era mi papá.

Un día en la plaza, Martín y yo jugábamos a los penales y se acercó otro chico y nos pidió jugar. Le dijimos que sí, y una vez cada uno le pateábamos penales a Martín.

-Ataja bien tu papá -me dijo el pibe después de darle un derechazo con todas sus fuerzas. 

Martín me miró pero yo le esquivé la mirada.

-Sí, ataja bien -le contesté al chico sin aclararle nada.

Volvimos a casa, Martín se lo contó a mamá y ella se puso contenta. El domingo, mientras jugaba a las cartas con el abuelo, escuché cómo mamá se lo contaba a la abuela y las dos sonreían. ¿Les había gustado mi mentira? Bueno, entonces sería cosa de seguir mintiendo.

Cuando empecé segundo grado le dije a la maestra que mi papá se llamaba Martín. Se lo dije porque el primer día de clase Martín estaba detrás de la cámara de fotos, y eso lo hacen los papás. 

Cuando mamá se enteró no se puso contenta. Esa noche se sentó en la cama, muy seria y me preguntó si yo me acordaba que ella me había dicho que mi papá se llamaba Pedro y que no vivía con nosotros. 

-Sí, me acuerdo -le dije-. Yo sé que Martín no es mi papá pero me gusta decirlo.

-Bueno, si sabés cuál es la verdad está bien -dijo, y aprovechó mi amor por Martín para proponerme una nueva situación.

-Te quiero decir otra cosa: algunas noches Martín se va a quedar a dormir en casa.

-¡Qué bueno! -le dije. Si se quedaba a dormir seguro que me contaría cuentos-. Puede dormir en mi cama y yo duermo con vos, como cuando se queda la tía. 

-No -dijo mamá, muy seria otra vez-. Se va a quedar a dormir conmigo en mi cama.

¡Ah, no!, Eso sí que era demasiado. Martín era buenisimo, no parecía de River, pero que durmiera con mamá cuando a mí nunca me dejaba no me gustó nada.

Mamá se fue a dormir y me quedé pensando... 

¿Por qué ellos iban a dormir juntos y yo solo en mi cuarto como un tonto?

La primera noche que Martín se quedó a dormir me porté mal. Estuve hinchando hasta tarde aunque él ese día me contó dos cuentos y me leyó lo que decía el diario sobre el último partido de Boca. Pedí agua tres veces, le dije a mamá que me dolía la panza, quise la luz prendida e hice ruidos con la boca hasta que me quedé dormido. 

El(h)ijo la libertadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora