Capítulo 9

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La libertad consiste en ser dueños de la propia vida. -Platón (427-347 a.C) Filósofo griego

Así fue que mi familia quedó como les conté: Candela, Martín, Mamá y yo. La pasábamos bien a pesar de que mamá era bastante pesada conmigo, sobre todo con las salidas nocturnas. 

Con dieciocho años cumplidos ella sigue tratándome como a un nene de quince. Siempre pidiendo explicaciones, ¿adónde vas a estar?, ¿con quién salís?, ¿a qué hora volvés?

-¿Cuándo considerás que voy a ser dueño de hacer lo que quiera? -le pregunté una noche cuando llegué a las dos y me la encontré sentada en el living, esperándome.

-Cuando me demuestres que sos responsable -alcancé a escuchar antes de encerrarme en el cuarto con un portazo. ¿Qué significaba para ella ser responsable? ¿Trabajar? ¿Terminar la facultad? Nunca entendía cuándo sería grande y libre de elegir sin darle explicaciones.

Y ahora que ya saben más o menos como es mi familia, podemos volver al día en el que sonó el timbre de casa y todo cambió para mí.

Fue el mismo día en que empecé a cursar Filosofía. 

El profesor me cayó casi bien. Dijo algunas cosas bastante inteligentes y otras medio dudosas, como que la filosofía era parte de la vida y podía aplicarse en lo cotidiano. Sin vueltas explicó que al final del cuatrimestre tendríamos que entregar un ensayo sobre la libertad. 

Poco sabía yo lo que era un ensayo. No era un cuento, ni una novela, era algo... ¿Había que ensayar antes de hacerlo? ¿Había que hacerlo varias veces para que saliera bien?

Cuando llegué de la facultad, lo primero que hice fue buscar esa palabra en el diccionario. Estaba justo en la E cuando entró Candela con una amiga a saludarme. Le di un beso pero la saqué corriendo porque cuando entra a mi cuarto se pone a tocar las cosas que tengo en mi escritorio. 

Entonces leí: 

''Ensayo: Escrito en prosa, de carácter didáctico, que trata de temas filosóficos, históricos, políticos, etc. Tiene un carácter eminentemente subjetivo, sin pretensiones doctrinales; su exposición es normalmente sistemática, el lenguaje vivo y el tratamiento personal''.

¿Eminentemente subjetivo?, pensé. ¿Sobre la libertad? El profesor ya no me caía tan bien. La filosofía no era mi fuerte. ¿Qué era la libertad? Hacer lo que a uno le daba la gana y listo, era la primera respuesta que se me ocurría. Sonreí pensando que ésa iba a ser la idea base de mi ensayo.

La libertad era lo que deseaba y no tenía. Entrar y salir cuando me diera la gana, sin permisos, sin excusas. No me importaba nada saber qué significaba la libertad para los teóricos que verseaban desde los libros. 

En eso estaba cuando escuché el timbre del portero eléctrico.

-Alguien te busca abajo -gritó Candela con su amiga atrás, y la intención de entrar a mi cuarto otra vez. ¿Por qué Candela siempre husmeando en mis cosas? ¿Es la suplente de mamá mientras ella está en el trabajo? 

-¡No entres! -grité.

Cuando llegué al portero eléctrico no contestaba nadie. Bajé por curiosidad con la esperanza de que alguno de mis amigos viniera a salvarme de la libertad teórica y me ayudara con la libertad práctica invitándome a salir por ahí. Corrí por la escalera ya que sólo es un piso y mis piernas demoran menos que el ascensor. En el primer descanso choqué con una chica rubia y alta que subía. Nunca antes la había visto en el edificio. Los dos murmuramos una disculpa y seguimos camino aunque ella se olvidó su perfume flotando en la escalera. En la vereda vi a un hombre grande y de rostro avejentado.

-¿Sí? -le dije a través del vidrio, sin intención de abrir la puerta.

-¿Sos Santiago Vázquez? -me preguntó nervioso.

Quedé callado unos segundos. Sí, yo había sido Santiago Vázquez. Cuando mamá y yo vivíamos solos, cuando Martín no había aparecido, cuando Candela todavía no había nacido. Entonces abrí la puerta y le dije: 

-Soy Santiago Vázquez Montena.

Me pareció que el hombre dudaba pero después estiró la mano para estrechármela y tuve que darle la mía. El apretón duró más de lo deseado y necesité terminarlo con una pregunta inevitable: 

-¿Y usted quién es?

Entonces él, sin mirarme a los ojos, murmuró: 

-Soy tu papá.

El(h)ijo la libertadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora