Introducción.

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   Sonaron las alarmas de emergencia. En todas las radios policiales y de emergencia una voz femenina decía: “¡Código rojo! Repito: ¡Código rojo! 7 sujetos fuertemente armados entraron en el Banco Estatal. Hay 43 reenes en total. Equipos de respuesta desplieguence a la zona inmediatamente” los justicieros no tardaron en llegar al lugar. Y de inmediato se pusieron a trabajar.

—Quiero francotiradores en los techos de estos edificios, una línea de agentes antimotines a veinte metros de la entrada. Traiganme un mapa de las alcantarillas que pasan por este sector y los planos del banco ¡Ahora! Pasenme el teléfono, voy a hablar con uno de ellos —ordenó el oficial al mando.
—Señor, ¿Qué hacemos si él aparece? —preguntó un oficial.
—El equipo especial está por llegar. Que los francotiradores me avisen si lo ven —respondió.
—¡Sí señor!

   El oficial a cargo tomó el teléfono y marcó al banco para intentar negociar con los asaltantes.

—Retirense oficiales. Sólo así nadie saldrá lastimado —contestó de inmediato el asaltante.
—Sabes que no haré eso, hijo. Escucha, negociemos ¿Quieres? Mi nombre es Arhtur, soy el oficial al mando. Estoy junto a la camioneta que ves a tu izquierda. No hagamos esto por las malas ¿De acuerdo? Escucha, si dejan salir a los rehenes y se entregan por las buenas, podremos hablar de cooperación, lo que...
—¡Callese! ¿¡Quiere negociar oficial Arthur!? ¡Quiero que una camioneta blindada esté en la entrada en cinco minutos, que un jet nos esté esperando en el aeropuerto y que todos ustedes se larguen de aquí! Si no cumple con eso, voy a empezar a matar uno a uno los rehenes. ¿¡Me escuchó!? —le interrumpió el asaltante— ¡Cinco minutos!

   El asaltante colgó e inmediatamente otro oficial le llamó:

—Señor, tenemos compañía.
—Maldito infeliz —murmuró.

   Fue entonces cuando él llego. Algunos lo llamaban justiciero, otros vigilante y otros salvador; sin embargo las autoridades lo llamaban criminal. Llevaban años buscando su paradero, era el más buscado a nivel internacional. Y ahí entraba en juego. Llegó y entró por una de las ventanas quebrandola con, según se rumoraba, ese traje indestructible. Habían hecho y creado tantas cosas y máquinas para detenerlo pero ninguna de todas había funcionado. Solo tiraban dinero y tiempo a la basura. Al entrar en el banco hizo el trabajo de las autoridades en cinco segundos: golpeo a uno de los asaltantes dejandolo inconciente, tomo a otro y lo havento contra los otros 3 que tomaban posicion de ataque y a los dos restantes les disparo en los hombros. Finalmente los tomo a todos y los sacó dejándolos en manos de los policias. Una vez fuera estaba rodeado por todo el departamento policial del estado

—¡Que el equipo especial intervenga ahora! —gritó el oficial Arthur.

   Entonces otra de las máquinas del gobierno apareció. Golpeó a Sirius tan fuerte que arrastró varios autos tras de sí; éste se levantó y convirtió su brazo derecho en un poderoso maso, saltó y ganó potencia para regresarle el golpe a la máquina. La golpeó justo en el pecho, esta a su vez arrastró consigo la patrulla de la unidad especial de tácticas. La máquina se preparaba para usar una especie de rayo térmico

—Civiles atrás —dijo la computadora de Sirius.

   Este rápidamente convirtió su brazo izquierdo en un escudo y bloqueó el ataque de la máquina.

—Armadura comprometida —notificó de nuevo la computadora.

   Sirius entonces, comenzó a correr hacia la máquina y con el puño derecho la golpeó hacia abajo haciendo que cayera. Ésta de nuevo usó el rayo pero Sirius colocó el escudo justo en sus ojos lo que hizo que el rayo se devolviera y acabara con sí misma. Sus sistemas fallaron y la máquina quedó obsoleta... una más a la lista. Sirius golpeó el pecho de la máquina para quitarle lo que era "su corazon" y despedazarlo. De pronto algo llamó la atención de todos: el brazo de Sirius presentaba un gran daño, y al notar esto, se fue; sabía que podría perder si se enfrentaba a otro más. Habían enviado satélites para seguirle cuando desaparecia y toda persona era vigilada, lo que causaba disturbios por parte de los ciudadanos. Pero en tantos años, aún no encontraban nada.

Omen: El OrigenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora