Omen: El Origen

Capítulo 9.

—Mamá, hay una extraña camioneta negra al frente de la casa desde hace unas horas —le dijo Carim a su madre.
—¿Nadie ha bajado? —le respondió ella.
—No he visto a nadie hacerlo.
—Ve por Erick y Steve, empaquen sólo lo que les quepa en un bolso. Tienen cinco minutos, saldremos por atrás y seguiremos el plan de Sebastian ¿Entendiste?
—Sí mamá.

   Lillian se fue a su habitación a sacar un bolso de mano lo suficientemente grande como para empacar las cosas necesarias e ir a la casa segura que el doctor Sebastian había conseguido en caso de que su trabajo se complicara. Carim fue donde sus pequeños hermanos y les ayudó a alistar sus cosas.

—Carim ¿Por qué hacemos esto? —le preguntó Steve.
—¿Recuerdas cuando papá nos habló de lo que teníamos que hacer cuando las cosas no fueran bien? —le preguntó ella en un tono dulce y relajante.
—Yo lo recuerdo —contestó Erick— dijo que fuéramos a la casa en la montaña y que no le dijéramos nada a nadie.
—Exacto. Niños, sé que esto es duro pero es lo que papá quiere que hagamos ¿Sí? Confíen en él y en mamá, ellos sólo quieren lo mejor para nosotros y ahora, esto es lo mejor.

   Carim abrazó a sus hermanos y les sonrió para calmarlos. Salió de la habitación de ellos y fue inmediatamente por sus cosas. No podía llevar su celular ni otro dispositivo móvil rastreable. Por un momento pensó en David y en cómo le había ayudado cuando estaba en el parque, quiso enviarle un mensaje pero justo en ese momento su madre los llamó a los tres para salir. Al estar todos en la sala, Lillian dijo:

—Niños, por favor, no tengan miedo ¿Sí? Todo va a salir bien.

   En ese preciso instante un tipo, literalmente, tiró la puerta principal. Lillian tomó a sus hijos y corrió hacia la puerta trasera, casi al salir del patio y llegar a la calle, otro sujeto cayó volando del cielo.

—Perdón ¿Van a algún lado? —dijo éste.

   Lillian giró y ahí estaba de nuevo el primer sujeto. Carim tomó una botella de vidrio y se la tiró a la cabeza, ésta se quebró como si hubiera chocado contra un muro de concreto pero el tipo ni si quiera parpadeó. Lillian sacó una pistola 9mm y disparó cinco tiros al pecho y la cabeza del otro sujeto pero éste tampoco se vio afectado. Ambos sujetos los tomaron rápidamente y los subieron al vehículo. Una vez dentro, les rociaron un poco de cloroformo gaseoso que a los pocos segundos los durmió.