|~CAPÍTULO 11~|

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Y, cuando todo parecía sombrío e imposible de caer más bajo, este vídeo consigue echar al garete esas teorías. La casa de mis padres se seguía reproduciendo desde distintos ángulos. De vez en cuando, se distinguía la silueta de mi madre haciendo sombra en algún lugar de la casa. El vídeo seguía y seguía, haciéndome estremecer con cada segundo que transcurría. Tenían la casa de mis padres bajo vigilancia para poder chantajearme. De repente, el vídeo dejó de grabar mi antigua vivienda para mostrarme una habitación. Mi rostro se puso lívido mientras observaba aquella chica; bajo sus ojos descendían lágrimas oscurecidas por el rímel. Bajo estos, sus pecas aparecían con intensidad mientras su rostro permanecía lívido, casi sin vida. Sus rosados labios estaban hinchados y entreabiertos. Parecía que le habían arrebatado la luz a su esencia. Aquella chica...aquella chica era yo. Ahora mismo. También me estaban vigilando a mí. Pero no sólo a mi, también tenían a Destiny bajo su mira, pues se enfocaba toda la habitación. Y, como si eso ya no fuera lo peor, el escenario del vídeo volvió a cambiar. 

—No...—susurré mordisqueado mi labio inferior.

¿Esto nunca acabaría?

Esta vez se mostraba la habitación de Devon y Aaron. Devon no estaba ahí, pero Aaron sí. Se encontraba sentado al borde de su cama. Sus codos estaban hincados sobre las rodillas. Su rostro se escondía entre sus manos. De repente, se levantó de un salto mientras la puerta se abría. Devon apareció tras ella, con el rostro rojo de ira. Lo empujó con dureza, haciendo que el cuerpo de Aaron impactara en el armario.

—¡Esto no formaba parte de nuestro acuerdo, hijo de puta!—escupió con veneno. La voz de Devon parecía rota a través del audio—se suponía que...

—¿¡Qué?!—bramó  Aaron—¿¡que volvería como un estúpido, fingiendo no saber nada de lo que pasó hace dos putos años?!

¿De qué estaban hablando? De repente, el vídeo se sumergió en una negrura infinita. Un mensaje hizo vibrar mi móvil en cuanto el vídeo dio a su fin:

Tengo controladas a todas las personas que te importan. Ni se te ocurra cometer alguna estupidez, porqué tu y tus seres queridos lo pagarán. Dulces sueños mi princesa. Muack:)

Tiré el móvil en la cama con frustración. Estaba cansada que todo me pasara a mí. Intento tratar a la gente como me gusta que me traten. Intento ser fiel con los que me son fieles. Intento hacer las cosas bien, pero haga lo que haga todo me acaba explotando en la cara. Sea bueno o malo, siempre soy yo la que se ensucia las manos. 

—Gala—intervino la enfurecida voz de Destiny—¿qué coño haces?

Ladeé la cabeza, perpleja. Colocó sus brazos en jarras mientras su azulada y marina mirada se incrustaba en la mía con furor, dándome a entender que, nuevamente, yo era la culpable de algo. Al ver mi estado de sosiego, abrió los ojos como platos, incrédula ante mi incredulidad.

—Besaste a Aaron—<<ah, eso>> claro, Destiny siempre tiene algo que decir al respecto—¡te dije que no te acercaras a él! ¿No puedes hacerme caso por una vez en tu vida?—empezó a dar manotazos al aire, mientras su rostro enrojecía con cada segundo que trascurría—no lo conoces, Gala.

Todas la emociones que he estado reteniendo hasta entonces, salieron a flor de piel; el dolor, la ira, la tristeza y el peor de todos: el miedo.

—¡No! No lo conozco, pero sé que aquel día el fue la única persona que estuvo ahí cuando mis pesadillas me atemorizaban—con esas palabras no pude evitar ver la realidad; soy frágil—todos vosotros estabais bebiendo y , sé que no es excusa, pero Aaron estuvo ahí.

—¡Maldita sea Gala, no puedes hablar enserio!

—Muy enserio—me levanté de la cama mientras quedaba cara a cara con Destiny—pero Aaron no me interesa. No quiero nada con él. Yo estuve enamorada de Devon, pero él poco a poco fue acabando con todo desde que Aaron llegó.

—¡Sólo hace tres días que Aaron está aquí! Y ya te has lazado a sus labios—apretó la mandíbula mientras se acercaba más a mí.

—Fue un error, lo sé. Pero no puedo creer que estés defendiendo a Devon después que él acabara con mi trabajo—al oír eso, su rostro pareció suavizarse un poco mientras las lágrimas se acumulaban en mis ojos—necesitaba ese trabajo para pagar mis estudios y la residencia, Destiny—ya no había ira en mis palabras. La tristeza que me tenía atrapada, se reflejaba en cada una de las lágrimas que recorrían en descenso por mis mejillas. Solo dolor—¿ahora donde iré? ¿como pagaré la universidad? ¡Me lo han quitado todo! ¡Mis ahorros se los gastaron en su trabajo!

Me senté al borde de la cama, con las manos en mi rostro húmedo. Con el maquillaje corrido. Con el corazón roto en las manos. Destiny siguió mis pasos, y simplemente se quedó a mi lado, oyendo mis sollozos. De repente, su mirada y la mía se encontraron. La suya parecía rota, como si estuviera sintiendo el mismo dolor que yo. Cogió mi rostro con cuidado mientras una lágrima se escapaba de entre sus azulados ojos.

—No te voy a dejar sola. Nunca—dejó de sostener mi rostro a coger mi muñeca. En ella había un tatuaje dorado; un diamante—hermanas, siempre, hasta la muerte—juntó su muñeca con la mía. Nuestros dorados diamantes brillaban por las lágrimas que habíamos derramado en ellos.

Una amiga nunca te deja recorrer sola el camino de espinas; coge tu mano y te hace volar por sobre él. Aprender a valorar a tu amiga es el regalo mayor que se puede hacer a una amistad. Nunca hay que dejar de proteger a esa hermana que no tiene nuestra sangre, pero que el caprichoso destino quiso poner en nuestro camino.  Al fin y al cabo, es esa amiga la que te dejará llorar hasta que ya no haya más tristeza, y entonces te hará reír. Porqué hacer reír a una amiga con el corazón roto, es el truco de magia que solo una amistad verdadera puede controlar. 

El resto de la tarde, la pasamos maquinando soluciones para los problemas en los que mis padres me habían metido. Y, nuevamente, acabamos durmiéndonos a las 22:00 si solución alguna. Y, pese a no tener ni idea de lo que haré, no me arrepiento de la decisión que tomé de no alejarme de mis amigos. Antes de irme a dormir y finalizar que el penoso día que he tenido, revisé el móvil; seis llamadas perdidas de Devon, doce mensajes:

Mi bad boy: ¿Gala? por favor contéstame a las llamadas.

Mi bad boy: nunca dejaré de luchar por ti, aunque me pase toda una vida recibiendo derrotas, nunca pienso ceder a perderte.

Mi bad boy: Gala, te quiero, por favor pequeña contéstame.

Mi bad boy: ¿pequeña?

Mi bad boy: Gala, eres el iceberg que me mantiene de pie. Si tu me dejas me derrumbaré igual que las Torres Gemelas.

Mi bad boy: Gala, te amo. Contéstame por favor.

Mi bad boy: Gala, estoy procupado, por favor.

Mi bad boy: ¿Gala?

Mi bad boy: Gala, sé que estás ahí por favor no me hagas esto.

Mi bad boy: estoy en tu residencia, pero no me dejan entrar.

Mi bad boy: Gala, te amo.

Mi bad boy: por favor...no quiero rendirme Gala, te amo mas que al oxígeno que respiro.

Con un dolor insoportable en el pecho, apagué el móvil mientras volvía a hundir la cabeza en mi almohada. No sé la hora que era cuando oí un chirrido en la ventana. Miré hacia la cama de Destiny. Aún dormía plácidamente, espatarrada sobre el colchón. Volví a fijar la vista en la ventana, donde una silueta se las apañaba por deslizarse al interior. Me puse alerta mientras cogía un cojín. Estuve a punto de gritar al ver el responsable de mi despertar, pero fue más hábil y me tapó la boca con su mano. Empecé a patalear, pero nada servía contra esta persona. Incluso le mordí la mano, pero lo único que logré fue miradas asesinas. Se las apañó por sacarme de la cama y arrastrarme fuera de la habitación. Si me sacaba a rastras por el pasillo de la residencia, levantaría sospechas. Pareció pensar lo mismo que yo, porqué cambió su rumbo, y me sacó por la salida de incendios. Sus botas resonaban por las metálicas escaleras. Su coche estaba aparcado cerca. Empecé a patalear con más fuerza, pero era inútil, su agarre era demasiado fuerte. Apretó aún más sus brazos sobre mi cuerpo, cuando di más guerra. Claramente fue inútil, porqué consiguió meterme al interior del coche. Puso un seguro con un sonoro clic para luego arrancar y dejar atrás la residencia. ¿Me está secuestrando? Pues claro que sí, idiota ¿A dónde me lleva? Eso ya no lo sé.


THE BEST© #wattys2016#PremiosPureDonde viven las historias. Descúbrelo ahora