|~CAPÍTULO 34~|

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Capítulo dedicado a @98Diamonds  @Cesial  

No sé vosotras pero a mí me encanta ésta canción! Besoos y disfrutad del capítulo:)


Las gotas descienden por mis pestañas y me nublan la vista. Una sonrisa asoma por mis labios ante las frías caricias de la lluvia. Me encojo, abrazando mis piernas dobladas. Las estrellas se ven en tanta cantidad que las ganas de ir al espacio y perderme con ellas, me inunda por completo. Un rayo cruza el cielo y lo ilumina, seguido por el estridente ruido del trueno.

—¿Gala?

No me sobresalto al oír su voz. No me sorprende ni decepciona pues el Aaron que yo conozco siempre consigue encontrar el camino hasta mí. Incluso si me pierdo entre las millones de estrellas, él sería capaz de encontrarme.

—¡Te he estado buscando toda la noche!

Sonrío aún más, sin levantar la vista. Lo sé Aaron...

¡Me tenías preocupado maldita sea, Gala!

Se coloca delante de mí, cogiendo mi rostro entre sus frías manos. Es entonces cuando incrusto mi mirada con la suya, las cuales se entrelazan y no se separan.

—¿Qué ha sido del Aaron que entraba por mi ventana y que odiaba el tópico de llamar a la puerta?—pregunto, viendo la puerta abierta y un largo camino de agua provocado por sus converse. Un camino que llega hasta mí—te he estado esperando todo el día aquí, en el balcón de mi habitación pero ¿entras por la puerta?

Su rostro preocupado pasa a ser una enorme sonrisa. Sus ojos se achinan y su mirada brilla. Aparto la mirada en cuanto veo ese brillo en sus ojos. No quiero que tenga ese brillo cuando me mira...no quiero pensar en  lo que conlleva.

—No puedo escalar siempre esta pared. Se pensarán que soy un pervertido o algo así.

Sonrío.

—No se equivocarían...

Enarca las cejas y acaricia con su pulgar mi mejilla. Como por acto-reflejo aparto la cara y lo miro con los ojos muy abiertos.

—¿Qué...

—No me hagas esto por favor.

—Creía que ahora que todo ha acabado...

—No.

Me mira con confusión. Se levanta y me mira como si no me reconociera. Sinceramente, yo tampoco.

—Al final, ninguna de las mierdas que he hecho por ti ha servido ¿verdad? Nada de lo que he hecho por ti ha servido. Nada de lo qué he aguantado ha valido la pena. Cuando me enteraba de tus citas y besos con Mason y los celos y miedos crecían dentro de mí pero nunca dije nada. Porqué como un idiota tenía esperanza de que en el fondo me quisieras sólo a mí—se estira el pelo y bufa con frustración—lo di todo por ti sin esperar nada a cambio...y tú lo quieres a él.

—No entiendes nada, no tienes derecho a decirme esto.

—¿¡Ah no?! ¿A caso no es la verdad?

—¡No! Definitivamente no—me levanto y lo encaro.

—¿Entonces?

Respiro hondo un momento y le doy la espalda, susurrando un nada.

—Dímelo—casi me suplica, agarrándome del brazo haciéndome girar.

Sus ojos me piden sinceridad. Sus palabras me piden un motivo. Mi cabeza me pide que no lo haga y mi corazón me aconseja que sí. Merece, por lo menos, saberlo.

—Me voy.

—¿Qué?

—Ian ha comprado ya los pasajes. Este fin de semana.

—Gala...

—Necesito salir de éste lugar tan claustrofóbico. Sería masoquista si me quedara.

Coge aire y se pasa las manos por la cara. Sus ojos están rojos y a penas tiene voz cuando me habla.

—Te voy a preguntar algo aunque me imagino la respuesta y me va a doler saberla pero ¿por cuanto tiempo?

Agacho la mirada y me apoyo en la barandilla.

—Aaron...

—Dímelo.

—Para siempre.

Mis palabras producen dolor en sus ojos. No se merece esto, pero es lo mejor. No quiero que sienta nada por mí. No por miedo a que me haga daño, sino por miedo a hacérselo yo. Yo no soy la misma persona a quién un día le dijo que se estaba enamorando de ella. Aquella persona a la que se lo dijo la ha remplazado otra que no quiere oír esas palabras. Qué no quiere ser querida, pues nunca lo fue. No quiere ser traicionada pero, mucho menos, traicionar. No tengo miedo de los demás como antes, más me temo a mí misma. 

—Entonces vete—asiente al fin.

Algo en mí se remueve inquieto al procesar sus palabras, no obstante asiento y suspiro.

—Pero cumple con lo que has dicho; no vuelvas.

Aprieto la mandíbula y pestañeo rápidamente. Vuelvo a asentir.

—No volveré—prometo.

—Bien—una lágrima baja por sus sonrosadas mejillas. No se molesta en secarla, sigue con su mirada fija en la mía. Ambas indispuestas a separarse—porqué esta vez ya no estaré ahí para ti.

Vuelvo a asentir mordiéndome el labio. Un segundo después, aparta la mirada y sale por la misma puerta que nunca cruzó hasta el día de hoy.

Sigo pestañeando frenéticamente pero solo lo hago como acto-reflejo, porqué, para mi sorpresa, ninguna lágrima amenaza con salir. Siento dolor al mirarme al espejo delante de mi armario. La mujer que se refleja en él tiene la cara pálida, los ojos apagados, los labios pálidos y las pecas descoloridas. 

Me quedo observando la puerta durante minutos hasta que el dolor que estuve conteniendo se transforma en ira. Mucha ira. Ira que me impulsa a coger el móvil y estamparlo contra el suelo, haciéndose añicos. Sacar toda mi ropa y lanzarla al suelo. La lámpara y destrozarla miles de veces contra la puerta, hasta que ésta se abre y mi hermano me encuentra agarrándome de los pelos sentada en el suelo. Una semana y recién empiezo a enloquecer ahora. Una semana desde que todo acabó y recién mi dolor se hace notar ahora.

Corre hasta mí y me abraza. Sin ninguna palabra. Simplemente un abrazo que me envuelve y me protege. Por fin mis lágrimas se sienten seguras de aparecer.

Así, con la lluvia como fondo de mi patético estado, por fin expreso lo que siento. Después de una semana sin reír ni llorar, sin enfadarme ni alegrarme...sinceramente, una semana sin sentir nada. Como un fantasma sin rumbo ni punto de partida.

Rota y cambiada.


Att: Evelyn.


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