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|~CAPÍTULO 3~|

Muy importante; leer nota al final:) Al primer voto, le dedico el capítulo. Si alguien quiere que se lo dedique, que me lo deje en los comentarios.

Me levanté sobresaltada al sentir un agobiante peso en mi pecho por la pesadilla. Mi respiración era irregular y las gotas de sudor descendían por mis pecosas y coloradas mejillas. El punzante dolor en el pecho no se disipaba y sentía que las paredes de la habitación cada vez se acercaban más. Desesperada busqué a tientas a Devon, pero él no estaba en la cama. Aún estaba abajo en la fiesta, pero yo lo necesitaba ahora. No podía moverme por culpa del molesto dolor y mes estaba agobiando. Las palabras de aquella pesadilla se repetían incesantemente en mi cabeza, produciendo el descenso de mis atemorizadas lágrimas. 

—Para...no...—sollocé arropando mis oídos con mis temblorosas manos. Igual que aquellas noches con ocho años.

Sentí la cama hundirse bajo el peso de alguien. Fue entonces que recordé que no estaba sola en la habitación. Incluso, en la oscuridad de la habitación, pude distinguir cómo los azabaches ojos de Aaron se incrustaban en los míos, como dardo en diana. En su mirada brillaba la confusión pero, sin pensarlo dos veces, me aferré a él, rodeando con los brazos su torso desnudo por debajo de las axilas. Hundí mi cara en el hueco de su cuello e intenté que el dolor en mi pecho, se disipara. No pasó mucho tiempo hasta que sentí sus brazos rodeándome con fuerza, como si en algún momento me fuera a ir. Como si temiera perderme. Mi irregular respiración por fin volvió a ser regular y el dolor cada vez era menor, pero mis mejillas seguían encendidas. Después de unos minutos donde solo se oían nuestras respiraciones, poco a poco nos separamos. De repente me percaté de que su rostro se encontraba rozando el mío. Nuestras respiraciones se volvieron irregulares y nuestras miradas se negaban a evitarse. Entonces, por una vez, sentí que ya nada importaba. Sus labios se aferraron a los míos con la misma fuerza en que nuestro abrazo se formó. Esta vez olvidé los tres segundos y a Devon. Olvidé todos mis miedos y mis pesadillas. 

Nuestros labios se seguían moviendo rítmicamente mientras su mano se posaba sobre mi cadera y la otra  se amoldaba en mi pecosa mejilla. Su cuerpo quemaba cuando, una de mis manos se aventuró a posarse sobre su torso. El beso cada vez era más salvaje y en nada, yo me encontraba sobre su regazo, con sus manos en mi cadera. Pero entonces, como si hubiera decaído en algo, se apartó de mí y se levantó, pasándose una mano por su nuca. Se sentó en el borde de su cama, hincando los codos en sus rodillas, con la mirada perdida en el suelo. Yo me encontraba sentada al borde de mi cama, con el cabello revuelto, las mejillas encendidas y sintiéndome una estúpida rechazada. ¿porqué se había alejado de mí?

—Tengo que irme—me informó, nuevamente con la voz distante y glacial y un poco ronca. Su acento italiano había perdido su encanto.

Sin esperar mi respuesta, recogió la camiseta de ayer del suelo, y salió de la habitación con la mirada perdida. Y ahí me quedé yo, dolida, confusa y airada. Pero aún no lograba averiguar si me sentía así por el beso con Aaron, o por haberle hecho ésto a Devon. Miré el reloj del móvil. Las 4 y cuarto. Decidí tumbarme en la cama e intentar dormirme, y, cuando estuve a punto de lograrlo, la puerta se abrió. Me reincorporé rápidamente pensando que Aaron había vuelto, pero me sorprendí al ver a Devon. No sé si la sorpresa fue positiva o negativa.

—Gala—suspiró Devon—¿estás bien? ¿qué te pasa? ¿has tenido una pesadilla?—se desesperó con sus ojos preocupado sobre los míos. 

Fruncí el ceño, confusa. ¿Cómo sabía que...?  Aaron. Él se lo había dicho. ¿Le habrá dicho también lo del beso? Por el bien de todos, espero que no. Devon se acercó a mí y en cuanto estuvo frente a mí, me abrazó con fuerza, pero no tanta cómo Aaron. Me reprimí por pensar en él ahora, y apoyé mi cabeza sobre su hombro. Ya me había recuperado de la pesadilla, pero aún así, contesté sus preguntas.