|~CAPÍTULO 25~|

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—¿Ahora os quedáis mudas? —inquirió Devon, con una sonrisa divertida.

Con una mueca de desconcierto, me giré a mirar el cartel que indica que el lavabo es el masculino. Abrí los ojos exageradamente mientras regresaba la mirada a la de Destiny.

—Destiny—mencioné, fingiendo sorpresa y vergüenza—¡nos hemos equivocado de lavabo!

—¿Que? Si fuiste tú la que....—una de mis miradas asesinas fue suficiente como para hacerla detener. Demasiado tarde, Destiny. Mi amiga, más cortita mental y no nace la pobre.

Ambos enarcaron una ceja, aún con sus estúpidas sonrisas burlonas en el rostro.

—Creo que tanto estrés y problemas afectan a tu, ya baja de por si, habilidad de mentir–se burló Mason—por eso te propongo algo, bella.

—¿Ah si?—cuestioné intrigada. ¿De él? Nada bueno puede ser. Asintió con la cabeza, orgulloso tal vez—miedo me das.

—Me ofende tu desconfianza, bella mia—dijo, colocando una mano en su corazón—había pensado que necesitas una distracción, y yo te puedo ayudar con ello si te vienes conmigo.

Apreté los labios con fuerza, a punto de un ataque de risa. No podía estar hablando en serio. Lo miré, como si le estuviera preguntando eso mismo. Sus ojos bo abandonaron los mios, de hecho, la sonrisa había abandonado su rostro. Sí, hablaba en serio.

—¿Que te hace pensar que voy a dejar que mi amiga se vaya con el inepto que me mandó l hospital?—intervino mi amiga, se veía realmente irritada y furiosa—vámonos, Gala—concluyó, agarrándome de la manga de a camisa.

—Destiny—la nombró Devon con una sonrisa. Algo en él estaba diferente. Algo en sus ojos no me dejaba confiar en él. Había algo que no me gustaba ni un pelo—Mike tenia que hablar contigo. Deja a Gala, ahora deberías de preocuparte por tu novio.

—¿Mike? ¿Que pasa con él?—se inquietó mi amiga.

Devon bajó la mirada, como si no encontrara las palabras para decir algo. El móvil de Destiny interrumpió el silencio. Soltándome la manga, lo atendió con el rostro pálido y sus manos temblorosas aferrándose al aparato.
Estaba tan concentrada y preocupada en mi amiga, que no sentí como unos brazos se aferraban a mi cuerpo, levantándome a su hombro, hasta que m veía encima de Mason, alejándonos de los lavabos. Destiny, por supuesto, estaba tan concentrada en su novio que ni siquiera se dio cuenta de que su amiga desaparecía en brazos de su sicario.

—¿¡Qué haces?! Sueltame–le ordené, fingiendo autoridad.

Pataleé, me removí, solté puños, manotazos, arañazos... todo en vano, pues parecía que le haga lo que le haga a este chico, nada le hace daño.
Se las apañó para meterme en su coche, donde me vendó los ojos con una mano mientras otra sujetaba mis manos.

—A menos que seas Christian Grey, ya puedes soltar estas vendas de mi cara y de mis muñecas—le advertí—voy a contar hasta diez. No... hasta cinco, y espero que cuando acabe ya no tenga estas cosas tocando mi piel.

Su risa invadió el coche. ¿Qué le hacía tanta gracia? ¿Ni siquiera puedo ser un poco autoritaria?

—Uno—comencé, intentando desatar el nudo de la venda de mis muñecas. Madre mia con el sicario italiano, en matemáticas: pésimo, pero en nudos.... —dos—escuché cerrar su puerta, a lo cual tragué lentamente. ¿No me iba a hacer caso, verdad?—tres, cuatro y.... —encendió el motor—cinco—concluí, retorciéndome como un gusano—tú.... mucho idioma pero en las mates.... nada de nada ¿no?

—¿Has acabado ya con tu pésima cuenta atrás?—cuestionó, seguramente sonriendo, pues se notaba en su voz.

¿Tenía opción? No, Gala, claro que no. ¿Y si abro la puerta y me lanzo? Yo soy un poco mucho idiota ¿no?

THE BEST© #wattys2016#PremiosPureDonde viven las historias. Descúbrelo ahora