Capítulo 6

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 Capítulo 6

LAS PRUEBAS

PARTE I


Faltaba muy poco para que el reloj marcara la una y treinta y cinco de la tarde. Media hora atrás, Izzy se había levantado de la mesa, sin terminar de comer, y había abandonado el salón con la excusa de que iría a recorrer el lugar y de que trataría de obtener más información para conocer mejor a sus nuevos compañeros.

Dalia y Luci no habían dicho ni una palabra desde la partida de su amiga, tampoco estaban muy interesadas en hablar en ese momento. Luci miraba su plato de comida y al mismo tiempo disfrutaba del jugo de frutilla y pera que tenía servido. Por su parte, Dalia solo observaba su nuevo anillo como si fuera algo desconocido y fantástico. Aunque en parte lo era: el anillo dorado con piedras violetas que descansaba en su dedo anular, era el que había encontrado en su bóveda en la mañana cuando la había abierto por primera vez. Dalia conocía a la perfección a aquel anillo, cuyo poder se concentraba en las piedras, y también conocía a la perfección el poder que albergaba.

El anillo de Ébathyst era sin duda uno de los objetos más peligrosos —y antiguos—en la tierra. Fabricado por demonios muy poderosos de Grecia, que servían fielmente a su padre, el anillo había sido concebido para causar la destrucción y el caos. El aro dorado que formaba el anillo se encontraba adornado por seis piedras y cada una de ellas poseía un poder especial. Dalia los conocía todos, excepto el de una: la sexta piedra, localizada en el centro. Ella sabía que la primera de las piedras le permitía ver, en ciertas ocaciones, el futuro; la segunda, le permitía ver el pasado; la tercera, le permitía hablar todas las lenguas; la cuarta, le permitía teletransportarse sin riesgo alguno. Y después, estaba la quinta piedra, la más interesante de todas. Si bien era la más chica, la quinta piedra era la que más daño infligía: Su objetivo era oscurecer el alma de la persona que lo portara. Cada vez que se usara el anillo, esta se tornaba más oscura, esto era solo visible para los demonios no para lo humanos, pero lo que si era visible para estos, era el daño que producía. Mientras más oscura se pusiera la piedra, más corrompida y oscura estaría el alma de la persona. Era esa la razón de su nombre, ya que Ebathyst juntaba dos nombres griegos —Ébano* y Amethyst**— cuyo significado resumía a la perfección a aquel objeto.

—Deja de ver ese anillo o mejor dicho, guárdalo —le dijo Luci de repente.

Dalia se sobresaltó. Había estado tan concentrada mirando aquel anillo que el ruido del ambiente había desaparecido, solo para reaparecer en el momento en el cual Luci le había hablado, formando una pequeña bomba de sonido que la atacó de repente.

Parpadeó varias veces antes de mirar fijamente a Luci. Se sorprendió cuando vio que esta no la miraba y que, según parecía, en ningún momento había apartado la vista del plato. Ignorando la llamada de la chica, Dalia volvió a mirar el anillo tratando de descifrar la respuesta a la pregunta que había permanecido en su cabeza toda la mañana.

—Hablo enserio, Dalia. Ya basta —dijo Luci algo más autoritaria.

Sin embargo Dalia la ignoró, estaba totalmente concentrada en el anillo. Sabía porque ocurría y en el fondo la aterraba y la hacia querer ocultar el objeto y no sacarlo nunca más, sin embargo el efecto del anillo era mayor y no podía evitar sentirse más atraída a él.

Hasta que desapareció.

En menos de un segundo el anillo había abandonado su dedo. Dalia observó, confundida, sus manos tratando de encontrarlo. Las giró varias veces, procurando revisar cada detalle. Al no verlo, buscó por la mesa y a los costados del plato vacio que estaba sobre mesa justo en frente suyo. Fue en medio de la desesperación cuando algo hizo click en su cabeza. Levantó la vista y se centró en Luci. Allí, sobre la palma abierta de su mano, se encontraba su anillo.

La Hija del DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora