Capítulo 10

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N/A: ¡Llegamos a los 7 K leídos! Realmente nunca pensé llegar a tantos. ¡Gracias!

Capítulo 10

EL TIEMPO CORRE

4 meses después...

La noche, oscura y estrellada, caía con tranquilidad sobre aquella parte de la carretera. Las veredas cubiertas con pasto de color oscuro parecían ser el final de un pequeño bosque que era simulado por los gigantescos árboles al costado de la carretera. Ningún auto circulaba, todo estaba tranquilo. Hasta que algo ocurrió.

Un humo negro se elevó en medio de a carretera y fue tomando una forma arqueada en cuanto llegó a los dos metros de altura. Pronto se solidificó, tomando la consistencia de un duro metal y el color del cobre. En la punta del arco, aparecieron varios símbolos de color naranja brillante, que pronto se multiplicaron y se extendieron por todo el arco. En poco tiempo los símbolos se oscurecieron y un manto, que parecía ser de agua, se extendió desde la punta del arco hasta tocar el suelo, causando un estruendo como consecuencia. El manto tomó un color rojo con algunos detalles en naranja.

Un hombre de traje elegante emergió del portal. Cuando estuvo completamente fuera del mismo, este desapareció. El hombre se arregló el traje y ajustó uno de los gemelos presentes en su manga izquierda, miró sus zapatos, buscando alguna imperfección o mancha, sin embargo, estaban limpios. Sonrió complacido, y miró a ambos lados cuando finalizó la tarea, tratando de ubicar el lugar en el que estaba. Un objeto ubicado unos metros más adelante le indicó que estaba justo en el lugar en el que quería estar.

Caminó en dirección a aquel objeto. A medida que se acercaba este se hacía más claro y visible. Bajo y ancho eran las dos palabras que describían a aquel tronco que marcaba la división entre natural y lo sobrenatural.

En cuanto el hombre se acercó al tronco este cambió, alargándose y curvándose hasta formar el arco que componía a uno de los portales más antiguos del mundo. Un manto azul, similar al del portal del cual había emergido el hombre, cayó desde la punta del arco hasta chocar contra el suelo generando un gran estruendo que se amplificaba en el silencio de la noche.

—Terminemos con esto... —susurró el hombre.

Metió la mano en el bolsillo derecho de su traje perfectamente arreglado y sacó una caja pequeña forrada en terciopelo negro. La abrió y observó con una mirada curiosa y maliciosa la piedra negra que destacaba en la esponja blanca que cubría el interior de la caja. La sacó de allí y la puso frente a sus ojos, admirándola como un coleccionista que acaba de obtener su pieza más valiosa. La luz azul del portal alumbraba su rostro y al mismo tiempo la piedra.

Mautatur fegura toma, quae praecipe ordene. Exceditid tempus et aune potes —susurró observando a la piedra.

Un humo negro se apoderó de su mano y cubrió por completo la piedra. Esta emitió un brillo rojizo y, a continuación, se transformó. Se achicó y brotaron seis diminutos palillos que adoptaron la forma de patas. Dos alas brotaron de los costados de la piedra junto con una pequeña cabeza del mismo color que esta. La piedra había adoptado la forma de una mosca —mucho mayor al tamaño normal—

—Vuela, pequeña —dijo el hombre, observando atentamente los movimientos del insecto—. Ya sabes que hacer.

La mosca se elevó y en cuestión de segundos entró en el portal.

Dos luces brillantes se acercaban cada vez más a aquel lugar. Una joven pareja viajaba tranquilamente por aquella carretera y las valijas sobre el auto indicaban que salían de viaje. Pasaron por aquel lugar en el preciso instante en el cual el portal se cerraba y aquel misterioso hombre desaparecía, dejando un pequeño remolino de humo negro en el lugar.

***

Mystic Town estaba sumida en el completo silencio. Las copas de los árboles se movían con la suave brisa que soplaba. Aquella mosca, que antes había sido una piedra, volaba alto con un destino en particular: El Instituto Ascendants & Descendants.

En cuanto ingreso al campo de este, un brillo azul se hizo presente y tomó la forma de una cúpula que rodeaba al lugar: El insecto había cruzado la barrera protectora del Instituto.

Sobrevoló todo el Instituto hasta que llegó a la zona de las habitaciones de las mujeres. Una ventana oscura de hierro negro que se camuflaba en la noche estaba abierta y le daba al insecto el acceso total a la habitación.

Oscura y tranquila, la habitación estaba decorada con tonos rojos oscuros y negros. Tres muchachas dormían pacíficamente. Dos cabelleras, una rubia y una castaña con mechas blancas, resaltaban en la inmensa oscuridad, sin embargo no atraían la atención de la mosca que tenía un objetivo en particular. La tercera cabellera, cercana a la puerta de la habitación, era negra y superaba por poco los hombros de la muchacha. Esta fue la que llamó la atención del insecto. Este se dirigió hacia la muchacha, y se posó en su frente justo por encima de sus ojos. Al momento del contacto la mosca se transformó en un polvillo dorado que se disipó por todo el rostro de la muchacha.

El sueño profundo en el cual estaba sumida la muchacha no le permitió sentir, en aquel momento, el cambio que se iba apoderando de ella.

Inclusive no estaba consciente cuando el primer cambio salió a la luz: la muchacha abrió repentinamente los ojos, sin embargo, estos no eran café oscuro...

Eran de un color naranja brillante.

Con la misma velocidad que abrió los ojos, los volvió a cerrar. 

La Hija del DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora