Galo estaba sentado en un banco del patio exterior con un vaso de café caliente, evaluando la situación del lugar.
Hasta el momento descubrió que las armas que los guardias portaban, no tenían balas reales, también que poseían picanas en sus bolsillos y que nunca se detenían al observar a los alumnos.
Cada puerta y portón, estaba vigilado con, por lo menos, cuatro guardias; como si en lugar de una escuela para niños con problemas, fuese una cárcel.
"Tal vez lo es", reflexionó.
—¿Se puede saber qué es lo que estás planeando? —Dijo una voz detrás de él. Galo se volteó y observó a la chica con la que chocó en la entrada, la misma que había ignorado en el pasillo media hora atrás.
—Creí que no te interesaba hablar con alguien como yo.
—No me interesa hablar con nadie —Liana rodó los ojos y sentó a su lado con un suspiro— Si estás pensando en escaparte, ni siquiera lo intentes.
—¿Ahora te preocupas por mí? —Sonrió de manera irónica.
—Lo último que siento por ti es preocupación —Liana estiró su brazo y le quitó el vaso de las manos— Pero muchos intentaron irse, y si no pudieron con la inútil que estaba antes, menos van a poder con el nuevo.
Galo no supo cómo reaccionar al verla pararse y acomodar su pantalón. Ella sonrió de lado mientras levantaba el vaso a forma de burla y se marchaba.
Pero el muchacho se prometió que, sin importar qué, se iría de ese lugar.
Fanny y Laila estaban sentadas una al lado de la otra, pero sus mentes estaban en cualquier otro lado.
Laila, estaba emocionada por hacer una travesura con los "chicos malos" de la Academia, aunque estaba bastante consiente de que si los descubrían estarían en un gran problema puesto que el nuevo director era bastante estricto.
Fanny, por otro lado, no podía creer que de estar confinada entre cuatro paredes había pasado a una gran casona con cientos de otras personas pasando por situaciones similares, y todo en menos de una semana.
Bruce y Paul se sentaron frente a ambas muchachas, cada uno con una bandeja de comida frente a ellos.
Laila alzó una ceja y arrugó la nariz al ver la cantidad de comida chatarra que Paul estaba a punto de ingerir. El muchacho, haciendo caso omiso a las miradas de sus compañeras comenzó a comer su hamburguesa.
Había muchas cosas de las que los alumnos de Doblaught se podían quejar, pero la comida no era una de esas. De vez en cuando, las cocineras ponían una lista frente al mostrador donde cada uno podía poner lo que le gustaría que venga incluido en el menú. Era uno de los pocos privilegios con los que contaban.
Sin embargo, todos sentían que algo les faltaba. Y si había algo que todos estos niños tenían en común, era la falta de amor.
—¿Por qué tan silenciosos? —Sean se sentó a la derecha de Fanny, interrumpiendo sus pensamientos.
—No lo sé —Contestó la muchacha en voz baja.
Los cinco se mantuvieron en un silencio incómodo durante los siguientes veinte minutos, hasta que Laila, al recordar algo importante abrió los ojos y caminó hacia la mesa de la comida.
Tanto Paul como Sean se quedaron sorprendidos al verla regresar con tres bandejas de comida y dos botellas de agua, que colocó en la mochila azul que había preparado.
—¿Qué? —Preguntó al notar que todos la observaban— Son para Maia.
Ante la mención de la muchacha, Bruce alzó la vista. Recordaba vagamente su rostro y el porqué de su estadía en Doblaught; también recordaba algunos datos psicológicos y familiares que estaban impresos en su expediente.
Tanto Paul como Bruce eran bastante habilidosos en el arte de moverse sin ser vistos, porque habían tenido su vida entera para practicar, eso los ayudaba a conseguir muchas cosas que les proporcionaban ayuda en el futuro, como por ejemplo, la lectura de los expedientes de sus compañeros.
—Creo que ya es hora —Bruce se puso de pie y se ofreció a llevar la mochila de Laila, pero ella se negó.
Caminaron lo más disimuladamente posible hasta las escaleras del segundo piso, allí era donde se dividirían.
Liana observó cómo Sean y la chica nueva tomaban el ascensor, a pesar de que ella miraba con añoranza a Laila, quien iba con los dos mas grandes idiotas de toda la Academia por las escaleras.
Liana sonrió de lado, era una buena estrategia para que nadie sospechase nada, una lástima que ella sabía de sus planes.
Antes de que pudiese reaccionar, sintió un cosquilleo en la nuca que le advertía de la presencia de alguien. Le llegó un olor fuerte de tabaco mezclado con café y pino, luego sintió como Galo se recostaba en la pared que estaba a su lado.
—Interesante forma de pasar el tiempo —Sonrió de lado y le dio otra calada a su cigarrillo. Liana se preguntó cómo logró ingresar un paquete.
—No te metas y desaparece —La muchacha le dio un manotón para que lo tire y, una vez que estuvo en el suelo, lo pisó.
Galo apretó los dientes y la miró como si quisiera arrancarle la yugular, pero ella parecía distraída, como si lo hubiese hecho inconscientemente.
Liana abrió los ojos al notar algo que él no podía ver, porque lo tapaba el gran muro en el que apoyaba su espalda. En un parpadeo, la chica ya no estaba más frente suyo, sino que caminaba rápidamente hacia los ascensores. Soltando cuanta maldición pasase por su cabeza, la siguió.
Logró entrar un segundo antes de que las puertas se cerrasen.
No es que odiase los elevadores, había subido a varios a lo largo de su vida, sobre todo cuando estaba en la correccional temporal y decidían que hacer con su vida; de igual forma, le seguían causando un sentimiento de incomodidad.
—No me digas que tienes miedo —Se burló Liana.
—No
La chica sonrió de lado y apretó la correa de su mochila cuando las puertas volvieron a abrirse.
Ambos, tanto Liana como Galo se quedaron paralizados ni bien observaron lo que les esperaba en el piso dos.
N/A:
Feliz Navidad a todxs!!
Gracias por leer♥
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Adicción [REESCRIBIENDO]
Mystery / ThrillerEn la Academia Doblaught existen reglas. Si no las cumples, tu te enfrentas a las consecuencias... y dejame decirte que no son nada agradables. Ocho chicos con todo tipo de problemas en sus vidas son encerrados en el Colegio. Ocho chicos que no...