Capitulo 1

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Maia cerró los ojos antes de golpear la oscura puerta de roble.

Un nuevo director había ingresado esa semana después de que la antigua directora terminase de recibir a los nuevos alumnos. Miss. Maddiz era una señora amable, aunque bastante mayor.

Tonksen, era, todo lo contrario. Si bien no era gordinflón, sus cabellos ya tenían algunas manchas blancuzcas y alrededor de sus ojos ya se podían ver algunas arrugas. Su mirada era intimidatoria, tanto que al ser presentado, casi toda la población estudiantil quedó en completo silencio.

Ahora, ella estaba frente a su despacho, lista para un castigo. Porque eso era lo que estaba haciendo; revisaba los expedientes de los alumnos y los que no cumplían con el tratamiento correspondiente, iban a la sala de castigos del cuarto piso. Y Maia no había cumplido con todos los puntos de su tratamiento.


—Adelante señorita Verom. Bienvenida a mi oficina —Tonksen la miró fijamente mientras se acomodaba su saco.


Maia no dijo nada mientras se sentaba en la pequeña silla frente al escritorio. Se sentía intimidada, como una pequeña mosca indefensa frente a una gran telaraña.


—Estuve revisando su expediente, señorita —La miró brevemente— Y pude comprobar que no solo faltan puntos a rellenar, sino que bajó considerablemente de peso, cuando debería haber subido.


Maia intentó hablar para defenderse, pero las palabras no salían de su boca. Había sido descubierta; desde hacía más de seis meses que comía casi nada, o bien volvía a vomitar cada porción.


—Entiendo que ni siquiera intentará defenderse. Muy bien, voy a ponerle un castigo y será severo—Tonksen comenzó a revisar una de las carpetas que estaban sobre la mesa— Pasarás dos días en el tercer piso.

—¿El tercero? —Maia se tensó— Nadie pasa nunca por ahí.

—Pues será la primera.


Dicho esto, la tomó del brazo y caminó con ella hacia uno de los ascensores. Muchos de los estudiantes se quedaban mirándolos, algunos con pena y otros con indiferencia. Maia logró ver a su compañera de habitación, Laila que la miraba estupefacta. Le rogó con la mirada que haga algo para ayudarla, pero nada hizo por separarla de ese hombre.



Bruce y Paul estaban escondidos en la biblioteca de la Academia, revisando los planos de todo el edificio que habían robado de la Dirección cuando todavía estaba la antigua directora, después de todo, eran expertos en eso.

Tenían planeado hacer una visita al tercer piso.

Gracias a los planos que tenían, ya conocían la mayoría de los espacios cerrados de Doblaught. Con el tiempo, desarrollaron planes para poder escaparse de todos los castigos que les imponían, vías de escape y hasta hicieron un cuadro con los horarios de los guardias. Si querías escaparte, con ellos tenías que hablar.

Ahora, su plan era hacer un paseo por la zona más oscura del tercer piso.


—Vamos a necesitar ayuda —Dijo Paul revisando que guardias estarían de guardia esa semana.

—Podemos solos —Bruce lo miró de reojo.

—No, no podemos. Haceme caso cuando te digo que necesitamos a alguien que sea bueno con las palabras.

Adicción [REESCRIBIENDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora