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-¡Miguel se te hace tarde! -gritó mi mamá. Sé que está a punto de gritar para que despierte por completo, pero no quiero levantarme-. ¡Se te hará tarde!
Ahora que sé que se ha ido a la cocina a prepararme el desayuno, tengo la opción de quedarme dormido, o apurarme para que ninguno de mis padres me regañe. Gemí y me estiré, con lentitud abrí los ojos y vi que el reloj marcaba las 6.10 am. Mis opciones se hicieron limitadas en cuanto abrí los ojos, así que me fui a dar un baño con rapidez.
Me dolía la cabeza, era intenso. No me acuerdo el porqué del dolor, pero entonces recordé que era Lunes, y que ayer había estado en una fiesta..., tomando. Tengo diecisiete, y mi hígado parece no procesar el alcohol como lo hacía a principios de año. No tengo remedio.
Bajé a la cocina, y vi a mi madre, como siempre con las prisas encima. No quería que empezara a apurarme a mí tampoco, que gritara, que hiciera ruido.
-¿A qué hora llegaste? -me preguntó Romina, mi madre, mirándome mientras cruzaba los brazos.
-¿Qué? Yo... Ah -suspiro, es imposible mentir-, no sé mamá. Simplemente llegué tarde -me hundí de hombros, esperanzado a que eso evitara una pelea con ella.
-¡Última vez que vas a una fiesta en domingo! ¿Escuchas Miguel? ¡Ah..! ¡Y espera a que tu padre se entere de esto..!
-De hecho él fue quien me abrió en la madrugada -dije sin pensarlo dos veces. Cuando vi que mi madre me contemplaba con esos ojos de color que dan miedo cuando está enojada, fue que comprendí que lo había dicho tan alto que me había escuchado-. Ya... ¡Lo lamento mamá! No volverá a pasar -le di un abrazo.
-No creas que con abrazos me chantajeas, ¡eh! Espero que tus calificaciones sigan igual de perfectas, si es que quieres la beca en la escuela en la que estudio tu primo.
Mi primo Carlos se había graduado de la Universidad a lo que a mi me parecía una eternidad. De pequeño me había encantado en qué consistía su carrera, tanto que yo era el que le ayudaba a sus tareas aunque no supiera nada del tema. Desde ese momento todos creían que sería un Carlos dos, pero ahora que he crecido en verdad no sé qué voy a hacer de mi vida. Digo... tengo diecisiete, no esperen que tome buenas elecciones.
El sonido del timbre me despertó por completo.
-Yo voy -me ofrecí rápidamente.
Abrí la puerta, esperaba ver a David, mi mejor amigo, pero en su lugar me encontré con una cabellera larga y lacia rubia. Me lamenté por dentro. La chica que estaba parada enfrente de mí era mi novia, Sofía, y ni siquiera me acordaba que la tenía. Últimamente me irritaba con sus actitudes inmaduras... No espero la madurez de alguien mayor, pero... ella a veces parece tener mentalidad de una niña de seis años.
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DEEP COLORS
Short StoryMiguel es un chico lleno de entusiasmo, pero sobre toda esa alegría siente un hueco en lo profundo de su blanca y pura alma, y no sabe qué le falta. "Se dice que los ojos son la puerta del alma, pero también son la puerta a la tentación y disco...