Seis

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Grupo de facebook "Bookers: Lectorxs de iQueBooks" 

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No respondí. Me sentía rojo, rojo ardiente y a punto de explotar. Ella no tenía el derecho de reclamarme nada, y menos sabiendo lo que ahora sé. Sé quién era Daniel, y qué hizo ella.

—Nada... No son nada —respondí, conteniéndome a decirle todas sus verdades.

—¡Cómo que no son nada! ¡NO ESTOY CIEGA, JOVENCITO!

—Mamá... estoy muy cansado y la verdad no quisiera...

—¡Pero claro que lo haremos! Así que deja de hacer lo que estés haciendo y voltéame a ver

Lo hice a regañadientes. No me gustaba cuando mi madre me regañaba. Romina, mi madre, estaba que estallaba de furia, se le podían ver las mejillas enrojecidas y la mandíbula estrujándose tan fuerte a cómo podía. La miré directo a los ojos; Esos ojos que te intimidaban demasiado en cuanto hacías contacto con ellos. Hubiera deseado tener los ojos de mamá y no los marrones comunes de mi padre Javier.

—Miguel —dijo mi madre, mucho más calmada que antes. Tomó asiento en el filo de la cama—, no quiero que tengas problemas con tu primo... Así que aunque te duela ya no lo verás a él y por ende a Astrid en lo que termina la semana, ¿entendido?

—¡QUÉ! —me alteré demasiado—. ¡NO PUEDES PROHIBIRME ESO! ¡No estoy haciendo nada malo..! Yo sólo quiero...

—Quieres que la novia de tu primo sea la tuya... Lo sé... ¡Pero no puedes! ¡Tienes que quitártela de la cabeza! ¡LO QUE HACES ESTÁ MAL!

Me encontraba atrapado entre hacer el bien y el mal. Entre estar del lado malo y el bueno; Terminar como mi madre o como mi abuela...

—¡No está mal! Sólo... ¡Sólo me gusta! ¡Y apuesto a que yo también le gusto a Astrid!

Mi madre quería alegar algo, pero no sabía que... Tenía la sensación de que ya no alegaría nada sin meter su pasado obsesivo color gris en todo esto. Había ganado.

—Te lo advierto de una vez Miguel... ¡No quiero que le vuelvas a hablar a Astrid! ¡Y TIRAS TODOS ESTOS RETRATOS! ¡Te hacen ver como un obsesivo con alguien mayor!

Era todo, ya no lo soportaba. Apostaba lo que sea que mi madre me vio transformándome en una bomba de color rojo cuando se paró de la cama, y a la mitad del camino la detuve diciendo:

—¿Obsesionarme con alguien mayor? ¡Ah pero mira quién habla! —Romina se detuvo. Hubiera querido ver su cara—. ¿Cuándo me ibas a decir acerca de Daniel, mamá? ¿Cuándo nos dirías que tú y la abuela no se hablan porque al parecer te habías obsesionado tanto con alguien tres veces mayor que tú? ¡Así que no me digas nada sobre dejar esto! ¡POR QUÉ NO LO HARÉ!

—Es por eso que te lo digo —volteó a verme—. Obsesionarse con alguien que no podrás tener es destructivo y te consume tan rápido como puede... Es mejor apagar el fuego cuando las llamas todavía son pequeñas.

DEEP COLORSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora