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Tener una cena en donde pareciere que todos nos llevábamos bien, y que nuestras familias eran perfectas era una tontería. Las únicas que se llevaban bien entre sí eran mi madre y mi tía Estefanía, de ahí en fuera yo me llevaba mal con mi primo Carlos, e incluso a mi padre no se le hacía de su gracia mi tío Gustavo.
Lo único bueno de la cena fue que estuve todo el tiempo enfrente del lugar de Astrid, la novia de Charlie. Podía contemplar esos ojos hermosos y cautivantes que te sonreían en cada oportunidad. Astrid tenía veintisiete años y trabajaba en el mismo lugar que Charlie. No me pregunten más porque fue lo único a lo que puse atención antes de volverme a perder en esa sonrisa aperlada que tenía.
Todo en ella me hacía sentir vivo. Ella me hacía sentir con vida, completo, sin esa fisura que sentía en mí todos los días sin falta. Era amor a primera vista, o tal vez simplemente había sido verdadero amor a primera vista. Todo este tiempo había estado dormido, sin ganas de querer experimentar nuevas cosas, y de pronto aparece Astrid, dispuesta a aventurarse a cualquier cosa y quería ir con ella a donde sea...
-Tu primo se quedará en la ciudad unas semanas -dijo mi madre, Romina, mientras terminaba de lavar los platos-. Me parece que tiene un fiel cliente que lo necesita otra vez, así que estará trabajando aquí en la ciudad.
-Ah... ¿en serio? -pregunté con curiosidad-. No me digas que se va a quedar aquí... -traté de decirlo con el mismo tono de siempre cuando era algo sobre Charlie, pero la emoción de saber que mi primo y su novia estarían por aquí visitándonos a menudo me emocionaba. Bien, sólo me emocionaba poder volver a ver a Astrid y sus ojos azules.
-... ¿Miguel? -escuché ajeno a mí. Miré a la izquierda y vi a mi padre con una ceja encarnada y tratando de no reírse de mí.
-¿Qué hay tan chistoso en mí? ¿Soy un chiste o algo similar? -le pregunté a mi padre, con altanería.
-Solo procura no hacer ese tipo de caras cuando hablemos de Charlie y su novia cuando estés con Sofía...
-Ah sí... Sofía. Hablando de ella... -no estaba seguro de comentarles a mis padres que terminaría mi relación con Sofía. Es decir, mi madre la amaba y mi padre... bueno a él le daba igual.
-Javier, antes de que se me olvide -me interrumpió mi madre, como si no quisiera saber que diría a continuación-, ¿ya inscribiste a Miguel en la universidad?
-A decir verdad no, porque ya no sé si en realidad quieres estudiar lo mismo que nos dijiste a principios de año.
Mi padre y mi madre me voltearon a ver, esperando una respuesta, pero yo no la tenía. No tienía respuesta a nada en esta vida. ¿Cómo quieren que escoja una carrera con tan dieciocho pobres años de edad? ¿Querían que me equivocara de elección y lamentarme el resto de mis días?
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DEEP COLORS
Short StoryMiguel es un chico lleno de entusiasmo, pero sobre toda esa alegría siente un hueco en lo profundo de su blanca y pura alma, y no sabe qué le falta. "Se dice que los ojos son la puerta del alma, pero también son la puerta a la tentación y disco...