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Anna apareció en un pasillo bastante largo, el cual estaba bastante bien arreglado, tenía un tapizado morado con flores verde oscuro, en el piso había una alfombra negra, definitivamente no era la casa de Abraham. En las paredes abundaban retratos, todos de una persona con un traje azul con un moño blanco muy elegantes y su gato color pardo, al acercarse a uno de estos retratos, Anna vio algo que le sorprendió bastante, esa persona tenía los ojos completamente blancos.

Sin saber qué hacer, ella caminó por el misterioso pasillo hasta que se topó con una gran puerta de madera con grabados de margaritas, tenía dos picaportes de oro. Se asomó por el pequeño agujero del picaporte y vio que dentro del cuarto que estaba del otro lado habían alrededor de quince personas, todas vestían de traje, excepto dos, que eran mujeres y llevaban un traje blanco que parecía ser de esos que valen mucho dinero. Anna escuchó unos pasos detrás de ella, así que se apartó y se escondió en una esquina, lo cual daba lo mismo, pues ella se hacía visible solamente ante personas que ella quería que le vieran.

Un hombre caminaba por el pasillo hacia aquella puerta, al acercarse lo suficiente, Anna logró notar que aquel hombre era el que estaba en los retratos del pasillo. Lo vio con detenimiento, parecía viejo, su cabello estaba repleto de canas, las arrugas en su piel eran bastante visibles y en efecto, tenía los ojos blancos; llevaba un bastón elegante color café oscuro, vestía el mismo traje azul y moño blanco que en lo retratos, en el dedo índice de su mano derecha tenía un anillo con una pequeña perla en el centro, sus zapatos color negro producían un eco en el pasillo e hicieron que las personas dentro del cuarto guardaran silencio abruptamente. Anna aprovechó el momento en que logró verlo a los ojos para averiguar quién era; se llamaba Valentine Black. Tenía cincuenta y tres años, lo que confundió a Anna fue que no podía ver nada acerca de la muerte de Valentine.

Él entró al cuarto y Anna le siguió, se colocó en una esquina y se dispuso a escuchar todo lo que se decían.

—Buenas noches, mis estimados invitados. —Nadie habló, Valentine notó esto y siguió con lo que parecía ser un discurso. —Como sabrán, estamos todos reunidos aquí con una razón que no solo es tener el mismo color de ojos, estamos aquí reunidos para revolucionar el mundo, para... Hacer un cambio. —Tomó una copa de vino tinto que se encontraba en una mesa de madera al lado de él. Anna, rápidamente se percató de que todos en ese cuarto tenían los ojos blancos. Valentine siguió hablando. —Nosotros no somos los únicos con nuestras capacidades, ustedes saben bien de los que hablo.                                                                                                                                    
Un hombre con un traje negro y corbata roja interrumpió a Valentine. —¡Esos apestosos de ojos negros!

Ese comentario paralizó a Anna. —"¿¡Hay más?! ¿Hay otros como yo?" —Pensó mientras veía como todos en la sala comenzaban a gritar y susurrar cosas entre ellos. Valentine intentó alzar la voz, pero una fuerte tos le interrumpió y en cambio, golpeó fuertemente su puño derecha contra la mesa, que emitió un leve crujido ante la fuerza del hombre.

Todos se quedaron callados, él bebió todo el vino de su copa y siguió hablando. —Gracias por alterar el orden de este lugar, Denisse. Ahora, en lo que estaba, estas personas de ojos negros deben ser eliminadas por completo y por eso me he tomado la libertad de idear un elaborado pero simple plan para lograrlo. —Sacó un papel de su bolsillo y lo extendió en la mesa, Anna se acercó a ver, eran las identificaciones de todas las personas con ojos negros que debían de existir en el mundo, parecían ser mas de cien. Estaban ordenadas por orden alfabético, Linda estaba ahí, en un lugar de la lista.

—Eso es todo, damas y caballeros. Pueden retirarse, excepto tú, Jim. Acompáñame y trae los papeles. —él obedeció, al ser un colegade Valentine tenía que obedecer. Valentine lo llevó a un cuarto en el segundo piso de la mansión.

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