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Al cuarto día de ocurrir esto, todo estaba preparado, Maru había logrado establecer un orden en su pequeña resistencia, los había distribuido como si de un ejército se tratase y estaban listos para reclamar la vida de Valentine para terminar con este gran lio. Sin embargo, debido a lo difícil que fue lograr todo esto, no se percataron de dos cosas: La ausencia de Anna y que siempre, en una esquina, un ser los vigilaba sin hacer ruido alguno.

—Si logramos esto—dijo Linda mientras se preparaban para salir. —¿Podremos estar juntos?

—¿A qué te refieres?

—A salir, yo te amo y tú me amas. Pero no hemos podido estar juntos, ya sabes, todo esto de los ojos de colores opuestos...

—Linda. —dijo Abraham con firmeza. —Por supuesto que sí. —sonrió, una sonrisa sincera.

—¿Y si morimos allá?

—Mientras yo esté contigo tu estarás a salvo, ¿sí?

Linda asintió y abrazó a Abraham, es ese momento Nat entró. Estuvo a punto de hablar, pero ver aquella escena le evocó recuerdos, pues parecían una pareja que no se volvería ver. —"Parecen el sol y la luna, son opuestos, pero eso no les impide amarse. Y cuando están juntos, eclipsan todo a su alrededor." —pensó ella al cerrar la puerta silenciosamente.

Justo cuando ella salió, Maru se aproximó con la intención de tocar a la puerta, Nat se puso frente a él y le detuvo. —Aun no están listos, deles un tiempo.

—Ya no hay tiempo, Nat. —Maru se encontraba extraño. —Ahora, déjame pasar, es una orden.

Maru no tuvo otra opción más que dejarlo interrumpirlos. Él tocó a la puerta, ella escuchó que Abraham le dejó pasar mientras se alejaba a su habitación.

—Tenemos que irnos. Todos estamos listos. —dijo Maru con preocupación, esta aumentó cuando vio lágrimas en los ojos de Linda. Sin embargo, no comentó nada al respecto y en cambio les pidió que fueran a la sala doce y les mencionó que tenía que ocuparse de algo antes de partir. Ellos obedecieron, caminaron fuera del cuarto y entraron a la sala doce.

Mientras caminaban, Linda se quitaba las lágrimas de sus ojos.

Cuando entraron, todos estaban ahí, con excepción de Maru.

—¿Está todo bien con ustedes dos? —les preguntó Nat mientras les daba sus armas, dos armas de fuego convencionales.

—Sí, ¿por qué? —respondió Linda al recibir su arma. —Estamos bien.

—Solamente todo esto nos da cierta intriga, hasta hace unos meses, todo era normal. —dijo Abraham revisando su arma. —Nunca pensé que volvería a empuñar una de éstas.

Nat estaba por preguntar a qué se refería con esa última frase, cuando Maru entró con una mochila en sus hombros.

—Hoy es el día, "soldados" —a Maru le fascinaba tratarlos como auténticos soldados. —Valentine caerá, esto de tener a la ciudad aislada de la sociedad no es agradable.

Todos comenzaron a gritar con emoción, Abraham nunca había visto tanta euforia por una guerrilla, o algo aún más significativo.

Salieron divididos en tres grupos, unos fueron por el camino directo a la mansión de Valentine, eran los señuelos. Los del segundo grupo irían por las laterales, entrarían por la parte de atrás de su mansión e intentarían un ataque sorpresa. Abraham, Linda y Maru se encontraban en el tercer grupo, ellos irían detrás del primer grupo, pero no atacarían junto al primer grupo, esperarían a la señal que Maru les iba a dar, una explosión.

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