9 (Final)

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Linda corrió hacia Abraham, aquella persona que ama, y le alcanzó a sujetar antes de que él cayera, estaba pesado, sin embargo, Linda logró llevarlo hasta el exterior, el aire (no tan) limpio de la ciudad le ayudó a recobrar la conciencia y, al suceder esto, abrió los ojos sobresaltado y gritó el nombre de su hermano, "tenemos que salvarlo", dijo e intentó levantarse.

Pero esto no sirvió de mucho, pues al intentar correr hacia la mansión, esta no aguantó más y cayó totalmente, causando un estrepitoso sonido.

—Lo siento mucho, Abraham. —dijo Linda tocándole el hombro. Abraham estaba en lágrimas.

—Sé que fue muy horrendo, que mató a muchos de nosotros, intentó matarme y matarte, que pretendía encerrar a toda la ciudad, pero, a pesar de todo, él era mi hermano y... y... —no logró terminar su frase debido al llanto.

—Sé que te duele, amor, pero piensa en esto: Tu salvaste a toda esa gente. —señaló a la ciudad. —Ellos te lo agradecerán, y también me salvaste a mí. Eres mi salvador, Abraham.

Abraham no dijo nada, tomó a Linda de la mano y salieron de ahí, ver toda esa sangrienta escena les dolía.

—Ahora que tenemos la libertad de hacer lo que queramos, ¿Qué hacemos? —dijo Linda con una sonrisa en su rostro.

—De preferencia, estar juntos.

—¿Por cuánto?

—Una eternidad no estaría mal. —sonrió, se detuvo y dio un beso a Linda, quien le respondió con otro más largo.

—Sí, eso me gusta.

De pronto, Abraham recordó algo, le pidió a Linda que la siguiera, ella aceptó y caminaron hasta llegar a la casa de Abraham, pero no en la que vivía actualmente, sino a su antigua casa, casi en las afueras de la ciudad, el viaje no fue tan largo, pues encontraron un autobús que los acercaba a su destino.

La casa estaba por derrumbarse, la madera no daba para más y pronto caería.

— ¿Sabes? Hace tiempo soñé con esto, solo que tú no estabas aquí, me asomaba dentro de la casa por la ventana y...—vio la ventana, estaba rota. — y la rompía. —se asomó, el cuchillo no estaba ahí. — Además, eran como las tres de la mañana.

Volteó a ver a Linda.

—Ahí se supone que estaba este cuchillo. —sacó el cuchillo ensangrentado de su bolsillo, entró por la ventana y lo clavó de vuelta en el lugar donde estaba destinado a estar, la punta clavada al débil suelo de madera.

Salieron de ahí, Linda abrazaba a Abraham, ambos creían que todo estaba arreglado, Valentine había muerto, junto a él, la idea sin sentido de una "revolución", fueron a casa de Linda, pasaron la noche allí. Los días se convirtieron en semanas, las semanas en meses y estos en años, ellos no se separaron, ni olvidaron a Anna, la prima perdida de Linda, aquella leyenda que hacía ahora décadas había desaparecido sin poder despedirse.

—Creo que no fue su decisión irse. —dijo una vez Abraham. —Creo que, de haber sido por ella, aún estaría aquí con nosotros.

—Si, tal vez la veamos después de... ya sabes, morir.

—Eso espero. —dijo el envejecido Abraham y abrazó a Linda con suavidad, como si de alguien frágil se tratase.

Los años pasaron, Linda y Abraham permanecieron juntos, su amor nunca dejó de crecer.

Murieron se causas naturales, en paz y sin dolor, sin embargo, no sabían que su muerte tendría repercusiones en el futuro, se crearon rumores alrededor de sus tranquilas muertes, rumores que terminaron culminando en la separación de los de ojos negros y ojos blancos (pues para ese entonces, solo existían esos dos colores de ojos), y causando así una guerra denominada la guerra en blanco y negro.

Fin

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