Un príncipe sin título de nobleza

8. Princesa Aitana:

Madrid, España. 1948

Princesa Aitana:

Hola. ¿Notaste algo extraño?

En caso de que no lo hicieras, te explico: omití la palabra "querida". He caído en cuenta que aquello es un sentimiento, y yo hacia ti...bueno, ni siquiera perderé el tiempo explicándolo. ¿Ya lo sabes, no es así?

Me tomé la libertad de leer dos veces tu carta. Y princesa, muy a mi pesar me gustaría admitir que me has dejado con la boca abierta. Creí que las princesas eran delicadas.

Sin embargo, refuto la idea que tienes acerca del amor. Cuando se crece en un ambiente como el tuyo, es normal que sientas que vives en un cuento de hadas. Aquellos cuentos de Disney donde los personajes siempre consiguen su final feliz. Pero princesa, esto no es un cuento; no es una película; y mucho menos existen los finales felices. Es el mundo real, y cuando se vive en él lo único que podemos hacer es poner los pies bien plantados sobre la tierra.

Todo mundo cree en el amor porque es lo único a lo que alguien puede aferrarse, se aferran a una persona para no sentirse solos. Es lo malo del ser humano, no puede sobrevivir a la soledad. Porque ¿la vida no tiene sentido si se esta solo, cierto? Brutal barbaridad.

Tengo familia, sí. Una madre, "padre" y hermano. Amo a mamá porque...es mi madre. Sería un desgraciado si no. Sin embargo, la otra clase de amor, eso a lo que tú llamas "amor", no es real.

No lo es.

Continuando, estoy demasiado intrigado, princesa. ¿Cómo está siendo educada? ¿Va a la preparatoria? ¿Hay preparatorias especiales para la realeza?

Si yo fuese usted, no habría si quiera querido estudiar. ¡Tiene todo el mundo bajo sus pies! O bueno, al menos el país de Mónaco.

¿Podría enviarme dinero para pagar mis deudas?

Se lo agradecería a montones.

Por ahora me tengo que ir, hay una chica muy atractiva esperándome.

Nos leemos pronto.

Tadeo