1. Querido príncipe Marcus:

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Mónaco-Ville. 1948


Querido príncipe Marcus:


Buenos días, príncipe Marcus. Asumo que lee esta carta un domingo por la mañana, después de hacer su habitual rutina de trotar alrededor de la plaza, sintiendo el aíre fresco y húmedo rebotar en su cabello. Seguramente ha preparado el desayuno y se dispuso a leer el periódico en la comodidad del balcón en su habitación. Envidio a las aves, o cualquier ser vivo que pueda disfrutar de verlo tan pacifico. Le digo con sinceridad, que no he podido dejar de pensar en usted ni un solo segundo, por supuesto que tampoco sale de mi cabeza el recuerdo de sus labios sobre los míos. Si me lo pregunta, considero a mis padres un tanto injustos por habernos separado tan repentinamente, claro que les estoy agradecidos con infinidad por preparar aquella reunión, sin embargo el tiempo que se nos otorgó para convivir fue muy poco.

¿Recuerda que le prometí escribirle hasta nuestro próximo encuentro? Tengo decidido hacerlo. En estos momentos me encuentro observando a Duster jugando en el jardín y rodando en el lodo. Recuerdo que no le agradan los perros pero terminó amándolo cuando corrió hacia usted con la intención de llenarlo de saliva. Después lo odió ya que ensucio su perfecto traje. Lamento haberme desviado del tema, es solo que estando aquí, sentada en el jardín y observando la felicidad de un simple labrador, me hace pensar en la felicidad que yo poseía al tener su presencia tan cerca.

¿Cómo se encuentra su país? ¿Ya visito la isla Mallorca? No olvide que prometió enviarme alguna postal de las playas más bonitas de España. Estoy segura que pronto podré turistear por su país y así verlo con mis propios ojos.

Sé que la distancia que nos divide no es extensa, sin embargo seguramente la correspondencia demorará en llegar y no sé si podré soportar ocho o nueve días sin saber algo de usted. Prometa que en cuanto tenga esta carta en sus manos, estará pensando en responder lo antes posible.

Aguardaré en casa hasta recibir respuesta alguna, verá que lo extraño con una intensidad tremenda. Así que, supongo que esta es la despedida por ahora.

Con amor, su princesa...


Aitana

Un príncipe sin título de noblezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora