37. Tadeo:

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Mónaco-Ville. 1948


Tadeo:

Mi corazón se ha roto un poco.

Sabes, Marcus no me ha contactado aún, lo que me hace pensar que tal vez...solo tal vez, puedas tener razón.

¿Te he contado cómo lo conocí?

Algunas personas creían que era tiempo de que yo saliera con un hombre. El pueblo, también, demandaba que la princesa de Mónaco debía elegir a un hombre digno para gobernar a mi lado en su debido tiempo.

Mis padres, al escuchar que el príncipe Marcus estaría por estos rumbos, planearon una cita en donde...vaya, él me gustó en cuanto lo vi. Siempre se portó tan educado conmigo y me ofreció su abrigo al momento en que me tambalee del frío, porque el aire se colaba dentro de mi vestido azul.

Durante el tiempo que paseábamos junto a la orilla del lago, habló sobre su familia y como esperaban de él lo mejor. Me habló de su madre, su padre y su hermano menor.

Dijo que su hermano era un dolor en el trasero pero que aun así lo consideraba un buen muchacho. Muy, muy dentro de él.

Sentí que el tiempo se pasó volando, como una ráfaga de luz. Cuando menos me lo esperaba, ya estábamos caminando de vuelta a casa y solo quería que el tiempo transcurriese más despacio porque estar con él se sentía como la brisa del mar cuando estás de pie en la costa.

Cuando se fue me sentí vacía y de nuevo me encontré sola, vagando por los rincones del castillo esperando encontrar un nuevo amigo.

¿Sabes que me he dado cuenta?

Que durante ese tiempo que compartí con Marcus, nunca me preguntó cómo me sentía.

Nunca me preguntó cómo era mi vida, o que tan feliz era.

Creo en el amor a primera vista; estoy convencida que dos personas pueden amarse por el resto de sus vidas pero...

...tal vez Marcus no se enamoró de mí tanto como yo lo hice.


Aitana

Un príncipe sin título de noblezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora