ღ Capítulo 11 ღ

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La rubia tragó saliva repentinamente.

— ¿Han hecho qué? — preguntó, cerrando los ojos con parsimonia. Intentaba lucir calmada al soslayar la situación, pero sus siguientes facciones intranquilas y fetichistas la delataban a todo sentido.

— ¡Nada! — chilló la castaña, cruzándose de brazos y evadiendo la mirada con total enojo que hasta sus mofletes se tornaban colorados. — Le dije a Kankurō - kun que solo fue un malentendido. Y lo volveré a repetir, lastimosamente. Yo nunca he hecho eso en mi vida.

— Son mentiras. Lo he visto. — espetó el recién nombrado, encogiéndose de hombros.

— ¿Qué? — exclamó la menor, dirigiendo sus ojos hacia el rostro del chico. — ¿Qué demonios se supone que has visto? — frunció el ceño. — Temari, él no tiene fundamento alguno que contrarreste a mi premisa. Es una completa mentira. — habló ahora, observando con intranquilidad y molestia, los ojos verdes azulados de la chica a su enfrente.

— Realmente no es común que una chica se encuentre encima de un chico de una manera en pose prometedora, ____________. No es correcto en lo absoluto. — soltó sus palabras, hablando lo último entre dientes.

— ¿Y según tú, qué es lo que hacíamos? — la castaña volvió a cruzarse de brazos como gesto definitivo.

— ¡No es lo que yo crea, es lo que realmente ocurr...!

De un segundo a otro, la rubia soltó carcajadas que hasta el momento, parecían interminables.

Y mientras que un avergonzado pelirrojo se encontraba en medio de aquellas discusiones, deseando ocultar su cabeza en un pequeño rincón; una castaña de ojos color miel se encontraba en completo indignada con la mayor. Mejor olvidemos a Kankurō, su rostro es todo un poema en esta situación.

— ¿Te estás burlando de nosotros? — preguntó el hermano mayor del Kazekage, frunciendo el ceño con extrañeza.

Temari tomó con ambos brazos su abdomen a fin de concluir con aquellas risas, pero era en definitiva inútil.

— Lo siento. — sonrió, limpiando algunas lágrimas que llegaron a brotar de sus ojos. — Es gracioso verlos a ambos en una situación así, cuando Gaara muere por aclarar todo de una vez por todas. Solo mirenlo, parece un niño en estos momentos.

Y efectivamente, Gaara se encontraba alzando uno de sus brazos como si de permitirle hablar se tratara el caso.

Ambos castaños se dieron la vuelta, hallando una imagen completamente adorable. Aquellos ojos color esmeralda evadían la mirada de cualquier rostro. Aquellas mejillas lucían sonrojadas. Aquella timidez se hacía notar en la habitación.

De alguna u otra manera, Gaara, el actual Kazekage de Sunagakure, era el chico de mofletes colorados a su enfrente.

— Vamos. ¿Qué tienes para decirnos, Gaara? — sonrió la rubia, haciendo un ademán con sus manos y elevando una de sus cejas con picardía.

_____________ no pudo evitar sentirse mal por no haber pensado en su pelirrojo en esos momentos. Y estaba dispuesta a asimilar lo que sea que el chico desee decir.

Como Fuego y Agua •Rock Lee y Tú• ◀2▶Donde viven las historias. Descúbrelo ahora