Cicatrices

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B sobrevivió. Cierto día se encontró con un hombre. Al mirarse y acercarse, ambos se desmayaron. Nos preguntamos qué sucedía. Cuando logramos reanimarlos nos enteramos de que él era su esposo: los habían separado en el campo de concentración. Después del hallazgo, ellos estuvieron juntos un par de semanas, al cabo de las cuales B se esfumó. Su esposo y los más cercanos nos volvimos locos buscándola y tratando de adivinar las razones de su desaparición. No supimos su paradero. 

Para llegar a Israel yo debía cruzar Italia, pero no pude llegar a mi destino porque la tierra destinada a los judíos estaba dominada por Inglaterra y no me permitieron entrar. Fue por eso que me instalé dos años en Italia.

Allá se formó una organización mundial llamada undarra que ayudaba a los refugiados del holocausto.Nos daban medicinas, porque todos estábamos enfermos. También nos auxiliaron con casa y sustento.Aprovechamos toda la ayuda que nos daban. En ese momento me enfrenté a un problema: yo no hablaba italiano. El polaco y el alemán, que eran los idiomas que yo dominaba, no se parecen en lo más mínimo al italiano. Sin embargo, siempre me preocupaba por darme a entender. 

Para familiarizarme con el idioma todos los días iba a ver películas. No comprendía lo que decían, pero al ver las imágenes me imaginaba lo que hablaban. Al pasar de los meses empecé a hacer amistad con las jóvenes italianas, tenía 25 años de edad, creo que por eso se acercaban a mí. En la isla de Capri, por ejemplo,a las chicas nativas les gustaba que yo las enseñara a nadar... ¿Quién iba a creerles que no sabían hacerlo?¡Lo hacían mucho mejor que yo! Esto de andar con las muchachas me ayudó a aprender el italiano, lo que me urgía porque uno no podía andar entre la gente sin hablar. Además, tomando en cuenta que ingresé al campo de concentración a los 22 años y salí con 25,había estado totalmente ausente de la vida sexual, por lo que tenía muchas ganas y curiosidad de acercarme a las jóvenes. Las escuchaba hablar, igual que en las películas, y las imitaba. Así comencé a instruirme, interactuando con las mujeres y buscando filmes.

Acostumbraban en las provincias, a la mitad de la función de cine, hacer intermedios donde se presentaban artistas que querían darse a conocer: algunos cantaban,otros contaban chistes y había quien tocaba un instrumento. También esto me interesaba porque me ayudaba en mi aprendizaje del italiano. 

En una ocasión, en la ciudad italiana de Bari, al encenderlas luces en el intermedio de una película,¡cuán grande fue mi estupor al ver que la chica sentada a mi lado era B! Al momento nos sorprendimos los dos y platicamos de todo un poco. No me animé a preguntarle por qué había huido o que había sucedido desde que desapareció. Sin embargo, ella me hizo prometerle que yo no iba a decirle a su esposo que nos habíamos encontrado, a cambio de que ella me contara la razón por la que huyó. 

En aquel tiempo Italia era muy pobre y nosotros recibíamos una pensión en dólares como refugiados.El tipo de cambio era de 300 liras por un dólar, lo que nos hacía de alguna manera millonarios: 500 dólares en moneda italiana eran una fortuna. B vivía en la casa de una familia italiana a la que con su pensión ayudaba sobre todo con la compra de víveres; ellos la apreciaban mucho. 

Ella me invitó a pasar a su cuarto en aquella casa para platicar. Yo le juré delante de la Biblia, como acostumbramos los judíos, lo que habíamos acordado.Después le pedí que me contara lo que había sucedido con ella, por qué se había esfumado. B comenzó a desvestirse.Era muy hermosa, pero yo me sorprendí y le dije: "No venimos a eso, tu esposo es mi amigo". Ella me miró y me explicó: "No te traje para hacer el amor contigo: para contarte la razón por la cual me fui tengo que desnudarme". Así lo hizo y me mostró debajo de su pecho un tatuaje en alemán: "Prostituta número xxxx". Me reveló que en las dos semanas que había estado con su marido después de haberse encontrado todo estaba muy bien, pero a la larga él se hubiera dado cuenta del tatuaje; por eso prefirió cortar con la relación y huir para no ser encontrada. 

Me contó de los difíciles días que pasó recluida en la casa de mala nota donde mujeres judías atendían a los nazis. Me refirió la humillación y el miedo que sentía cuando los alemanes, al salir del servicio, llenaban una hoja de calificación de la muchacha con la que habían estado. Si el sujeto en cuestión declaraba que la chica se había portado rejega o no lo había atendido a su gusto, al momento la mataban. 

Al final de nuestra entrevista B me comentó que se iría a otro lugar, pues yo sabía su paradero. Nos despedimos como amigos, no sin antes recordarme el juramento que le había hecho. He pecado en tantas ocasiones que pensé que no tenía por qué cargar con el secreto, y apenas llegué a mi casa llamé a su esposo y le conté todo lo que había pasado. "Ahora arréglatelas tú", le dije. Él fue a buscarla, pero ella ya no estaba ahí.A final de cuentas el que busca encuentra y él la localizó,porque Italia no es un país muy grande. Hablaron y llegaron al acuerdo de no tomar en cuenta el pasado,se reconciliaron. Esta es una de tantas historias que encontré en mi camino de Europa a México.    

73760Donde viven las historias. Descúbrelo ahora