Cuando terminó la guerra, a todos los lugares donde había campos de concentración y refugiados llegaron reporteros de muchas nacionalidades. Nosotros no queríamos hablar con ellos porque era una forma de revivir todas las amargas experiencias que acabábamos de sufrir. Estábamos totalmente deshechos física y moralmente,no queríamos atenderlos, huíamos cuando se acercaban.
Entre los periodistas llegaron los de un diario Yídish, preguntando si había judíos entre los sobrevivientes. Yo les dije que lo era: de cualquier forma se iban a dar cuenta porque vestíamos harapos a través de los cuales se veían los números en nuestros brazos."¿De qué se trata?", pregunté; cuando me dijo que era reportero me di la vuelta. Ellos no entendían por qué los evadíamos. Cuando yo le explicaba nuestras razones se acercó uno de sus compañeros para ofrecerle un pedazo de chocolate. ¡Yo casi había olvidado que existía el chocolate! Le pedí un pedazo y me lo entregó completo. Mientras comía el premio, le respondí todo lo que me preguntó. Mis amigos se acercaron al ver el chocolate, porque se les antojó, y comenzamos a soltar todo lo que nos había pasado.
Me pareció muy curioso que los periodistas nos hicieran una pregunta, que a mis compañeros y a mí nos parecía un tanto ilógica. Querían que les dijéramos qué debía hacer el mundo para evitar una tercera guerra mundial. Yo les exponía: "Qué puedo opinar si soy un cero a la izquierda". Entonces me explicaron que era una encuesta que estaban haciendo a diferentes personas en varios idiomas. Como me habían regalado el chocolate debía decirles algo, les respondí alguna tontería.
Pasaron un par de semanas y los reporteros volvieron contentos y con regalos, me dijeron que había sacado el primer lugar por la respuesta que había dado,pero yo ni me acordaba lo que había respondido. Sin embargo, era rápido para leer yídish, el idioma que hablábamos los judíos en Europa: miré el periódico en la mano del reportero y con identificar sólo unas líneas recordé lo que había declarado. Fue una respuesta que hoy día no me hubiera atrevido a dar. Lo que yo sugería es que cerraran todas las escuelas del mundo.Parece absurdo, ¿no? Mi razonamiento era que la educación debía llegar hasta el nivel primaria porque,¿quién desarrolla el armamento como bombas, aviones,etcétera? Pues la gente culta, la que tiene estudios universitarios. Entonces, si no hubiera escuelas, no habría gente preparada para crear eso. No quería decir que no iba a haber guerras, sin embargo la gente pelearía con palos o piedras, como antes, y con esto se evitaría otra guerra mundial. Esta fue la respuesta que para ellos valió darme el premio.
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73760
Historical FictionTestimonio de un sobreviviente de los campos de exterminio nazis.