Capítulo 3: "Una noche con el Conejo Blanco"

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Intenté dar unos pasos hacia atrás, pero me choqué con la puerta. Me encontraba temblando e incapaz de moverme por mi propia voluntad, entonces, las manos del Conejo se encargaron de eso. Me agarró suavemente de la muñeca y me condujo hasta su habitación, donde me lanzó a la cama sin ningún miramiento.

Antes de que pudiese replicar alguna cosa, el Conejo se posicionó sobre mí, agarrando mis muñecas y evitando que pudiese moverme. Mientras me mostraba una sonrisa amable, sus ojos me dejaban ver a través de sus pensamientos, y haciéndome temblar por ello. Intenté con todas mis fuerzas zafarme de su control, sin embargo, en cuanto me di la vuelta, me aprisionó nuevamente con su cuerpo contra el colchón. Ahora sí que no tenía escapatoria.

-¿A dónde pensabas escapar, Allen?-su voz sonaba levemente ronca y su respiración se comenzaba a volver irregular.-Si ahora es cuando va a empezar la fiesta.

-Deja... ¡Suéltame!-grité asustado.- ¡No pienso dejarte hacer lo que quieras conmigo!

Sin ni siquiera responder, el Conejo se separó unos centímetros de mí, permitiéndome así incorporarme un poco, aunque eso bastó para que introdujera su mano por dentro de mi camiseta. Estaban muy frías, y ese contacto fue aún más intenso al llegar a mis pezones, consiguiendo que dejase escapar un gemido de mi boca que no pude contener.

-Vaya, vaya, vaya...así que eres bastante sensible aquí.-presionó uno de mis pezones mientras pellizcó el otro.

-Pa...para...hmp...

Me estaba asustando de mi situación, por ser capaz de producir semejantes sonidos y porque estaba sintiendo como algo despertaba y crecía rápidamente en mi entrepierna. Mi sangre se empezaba a concentrar en aquella zona y no me era posible pensar en nada más con claridad. Me estaba asustando. Me asustaba del Conejo y... de mí mismo.

Lentamente se fue deshaciendo de mi ropa, dejándome completamente desnudo a su merced. Mi respiración estaba agitada y mi miembro despierto palpitante. En apenas un suspiro, la mano del Conejo rozó mi miembro y comenzó con un suave movimiento que me hacía perder la razón aún más si era posible. Mi cuerpo se tensó nuevamente al sentir aquel duro contacto.

-¿Has visto lo duro que está ya?-susurró en mi oreja mientras rozaba la punta de su miembro contra mi entrada.

-No...te vas a salir con la tuya.

-¿Estás seguro?-Presionó su miembro contra mi entrada.

-¡Ah! Du...duele.

-Tranquilo, pronto te sentirás mejor.-susurró en mi oreja.

Se introdujo en mí lentamente, provocando que de mi boca solo emanasen gemidos, pero no sabía si de dolor o placer. Sus orejas suaves y blancas rozaban contra mi abdomen, excitándome así más todavía si era posible. Sin ser consciente, moví mis caderas indicándole que podía moverse. Ya no era dueño de mi cuerpo, el Conejo lo controlaba todo por completo...todo.

Comenzó con un ligero movimiento, introduciéndose por completo y saliendo, repitiendo el momento de introducir la punta. Era doloroso y placentero a la vez, con cada penetración me agarraba fuertemente a las sábanas y, cuando mis ojos me lo permitían, echaba un ligero vistazo al Conejo. A nuestros cuerpos cubiertos por una fina capa de sudor.

-Allen...-dijo entonces el Conejo-eres más estrecho y dulce de lo que imaginaba.

Dicho esto, comenzó a acelerar el ritmo. Sentía su enorme pene palpitante dentro de mí, y con ello, como mi cordura se desvanecía poco a poco. Entonces un ligero dolor punzante apareció en mi muslo derecho. Abrí los ojos solo para ver al Conejo lamiendo una zona de la parte interior de mi muslo para seguidamente morderla. Marcándome a su antojo.

País de las Maravillas (yaoi hard)  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora