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Dos semanas. De las ocho semanas que dura el campamento, ahora solo quedan dos, y aunque antes de venir jamás pensé que diría esto, no quiero que llegue el día en que terminen estos dos meses de verano. Al principio pensé que serían una tortura; casi sesenta días en un lugar apartado de mi preciada civilización, sin internet, series, ni apenas libros. Por no hablar del hecho de que socializar no es lo mío.

Y no voy a mentir, el principio fue duro, aunque todo mejoró cuando conocí a Malia y me hice su amiga, al igual que de Kira. Por otro lado estaba Stiles, el pretencioso y arrogante chico popular del campamento, aquel a quien todos adoran porque quieren tenerlo de su lado o, en el caso de chicas como Maddy, entre sus piernas. Si alguien me hubiera dicho que me enamoraría de ese idiota, me habría reído en su cara.

Pero sí, así es, estoy perdidamente enamorada de él, y nunca antes había sentido algo así, por lo que todavía me cuesta entender algunos sentimientos que hay en mí. Aún no controlo los celos, por ejemplo, aunque tras el episodio de Maddy me he dado cuenta de que ya sé identificarlos, al menos. También sé lo que es no poder dormir porque tu mente no deja de darle vueltas a la imagen de la sonrisa que te saca la tuya propia, a sus ojos y a la sensación de sus manos sobre tu piel.

Lo sé, parezco una tonta enamorada. Aunque no es que lo parezca; lo soy. Y por primera vez, además. Así que creo que me merezco ser cursi por una vez.

Después de desayunar, volvemos a las cabañas para lavarnos los dientes y dirigirnos a las que serán las últimas actividades del campamento. Incluso eso me da pena, ya me he acostumbrado a los días de no parar de un lado para otro y no los quiero dejar atrás. Voy al baño con Malia, y nos encontramos con que la bruja de Maddy y unas amigas suyas ya están ahí.

A través del reflejo del espejo, Maddy me mira por encima del hombro y esboza una sonrisa que, aunque ya le he visto mil veces antes, nunca me había dejado tan petrificada. Es como si el mismísimo gato de Alicia se hubiera asentado en su boca, pero acompañado del diablo.

Entonces, como si yo no estuviera ahí, se pone a hablar con sus amigas.

-Fue un beso increíble -dice ella mientras se retoca el maquillaje. ¿Quién se maquilla para meterse en la piscina y hacer deporte? Maddy, claro-. Creo que ha valido la pena esperar al momento indicado.

Suelto un bufido y me acerco al lavabo. Por el rabillo del ojo miro a Malia, que ya me está observando con ojos tranquilizadores; diciéndome con ellos que no debo dejar que las palabras de la arpía me afecten. O eso es lo que creo que intenta decirme, así que inspiro profundamente y sigo a lo mío. Pero es difícil, sobre todo cuando Maddy parece haber decidido no cerrar su bocaza.

-Fue después del juego en la piscina -aclara cuando una de sus amigas le pide que les cuente los detalles de cómo pasó-. Stiles estaba frustrado porque no habíamos ganado la carrera, así que cuando lo vi tan desolado -¿Desolado? ¿En serio? Ni que hubiera estado deprimido- me acerqué un poco a él para preguntarle si estaba bien y lo siguiente que sé es que nos estábamos besando.

Las amigas de Maddy sueltan suspiros de admiración y piden más detalles. Yo ni siquiera me doy cuenta de que, si aprieto más el agarre del cepillo de dientes, me clavaré mis propias uñas en la palma de la mano.

-Bueno, ya sabéis, no fue muy largo -contesta Maddy en voz considerablemente más baja que antes cuando le preguntan que cuánto duró el beso-. Pero fue un instante perfecto. Los dos lo estábamos deseando, eso está claro. Sinceramente, creo que ese beso puede dar pie a algo más entre nosotros.

Con eso tengo bastante. Termino de enjuagarme la boca y escupo el agua con más fuerza de la necesaria. A continuación, me seco la boca y dejo la toalla con un golpe seco sobre el lavabo antes de mirar a Maddy como si estuviera intentando clavarle agujas con los ojos.

This is our summer || Stydia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora