#58

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Cuando llega la noche, no me sorprende que el padre de Stiles no haya aparecido por el hospital en todo el día. A decir verdad, no es como si hubiera estado esperando a que se presentara en cualquier momento, ya que sabía que si no había llegado en las primeras horas, no lo iba a hacer ya. Pero eso no quita que haga que me hierva la sangre. ¿Qué clase de padre no deja todo lo que tiene entre manos para acudir al hospital donde su hijo amnésico está ingresado?

Las únicas noticias que hemos recibido del señor Stilinski han sido por parte de la madre de Malia, que ha venido preocupada para saber qué había pasado y si estaba todo bajo control. Aun así, ella tampoco se ha podido quedar mucho más tiempo. Le ha explicado al señor Riggs que su marido está de viaje de negocios y que no podía acudir en estos momentos, pero que lo intentará en cuanto pueda. Ya, claro, a lo mejor cuando Stiles ya esté fuera del hospital se haga el ánimo de venir.

Yo apenas he podido volver a entrar a verle, ya que ha recaído en algunas ocasiones, obligando a los médicos a ponerle bajo vigilancia constante. Cuando nos han permitido pasar, Stiles estaba solo vagamente despierto, por lo que ni siquiera he podido cruzar dos palabras con él. Total, ¿para qué? Soy como una extraña para él.

Ahora que Stiles ya ha pasado varias horas bajo vigilancia, parece que todo va mejor, así que Malia ha pedido si podía entrar a verle. Cuando ella salga, pasaré yo. Ya sé que le he prometido a Malia -y a mí misma- que haré todo lo posible por que Stiles recupere la memoria, pero ¿cómo se supone que puedo hacerlo? La determinación que sentía cuando lo he dicho se ha esfumado.

Sin embargo, no me da tiempo a darle muchas vueltas (lo que no sé si es bueno o malo) porque el ruido de la puerta de la habitación de Stiles abriéndose hace que levante la vista del suelo. Malia sale con expresión relajada, aunque se está frotando las manos como si no estuviera del todo tranquila.

-Ya puedes pasar -me avisa.

-¿Cómo está? ¿Está receptivo?

Malia se encoge de hombros y hace una mueca que no me transmite ninguna confianza.

-No lo sé, Ly. -Arruga la frente y yo aprieto los labios-. Tiene sus momentos. Se nota que quiere recordar, pero se frustra cuando ve no puede. No creo que debas forzarle mucho.

Asiento lentamente. Tampoco es como si tuviera pensado hacerlo. Lo último que quiero es que se canse de mi presencia y me pida que me vaya.

Respiro profundamente al poner la mano sobre el pomo de la puerta. Cuando la abro, todo a mi alrededor deja de existir, centrándome únicamente en el chico que tengo delante, que me mira con ojos curiosos y arrugando la nariz. No puedo evitar echar en falta su típica sonrisa. Me acerco hasta su cama y me siento junto a él.

-Hola -le digo en voz baja, y solo ahora me doy cuenta de que tengo el corazón latiéndome prácticamente en la garganta.

Tengo miedo de su reacción. Tengo miedo de volver a ver la indiferencia en sus ojos. Pero no veo nada de eso, sino un toque de intriga. Tiene que ser algo bueno, ¿no?

-Hola -contesta Stiles-. Eres Lydia, ¿verdad?

Como si fuera un acto reflejo, una sonrisa se abre paso por mi rostro. No sé de dónde habrá sacado mi nombre, pero que lo haya dicho en voz alta me parece todo un avance, no sabría decir por qué.

-Sí, sí -sonrío suavemente, no quiero asustarle-. Soy Lydia. ¿Te... te acuerdas de mí?

No hace falta que Stiles diga nada para saber la respuesta; su cambio de expresión me lo dice todo.

-No, lo siento. Pero mi hermana me ha dicho que seguramente ahora pasaría una chica que se llama Lydia. -Stiles sonríe como disculpándose por no recordarme, y una descarga de ternura me envuelve. 

This is our summer || Stydia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora