21. Alergias y llamada inesperada...

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En el capítulo anterior:

{Caminé hasta la cocina, encontrándome con todos los Alpha comiendo como cerdos. No entiendo, ¿cómo hacen para estar así de marcados si comen como bestias?

Mastico y como de esa manera y aún así sigo engordando.

Encima, presumen sus cuerpos sin remera.

Esto es el colmo.}

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Capítulo veintiuno

Alergias y llamada inesperada...

—Hola, Ash, ¿quieres comer? —preguntó Theo sonriente mientras tenía toda la cara llena de salsa.

Activé una leve mueca de asco.

—Estoy comiendo, Theo —contestó Asher comiendo con la boca abierta.

Mi cara de asco fue más notoria.

¿Así comía yo?

—Le pregunté a Ashley —dijo Theo.

Asher rodó los ojos bufando.

—Emm, no, gracias. No tengo hambre... —mentí cruzándome de brazos.

—Estás mintiendo, nena, ven aquí a comer —ordenó Chad en tono autoritario.

—No empieces, Sage —espeté.

Mi panza rugió.

—No te hagas la loca y vení a comer —volvió a ordenar.

Rodé los ojos.

—Te dije que no tengo hambre.

—Ashley, el doctor dijo que tenés que com...

—Chad, cállate, no me interesa lo que diga el viejo ese... —lo interrumpí.

La realidad era que "el viejo ese" era recién graduado, cosa que tenía veintiuno o veintidos años, una sonrisa que mataba a cualquiera y un cabello castaño sedoso y brillante.

Exacto, casi igual que La Vieja Flankintin.

Y lo odiaba por ser el reemplazo de mi doctor "El Gordo Funes", sí que se había tomado unas vacaciones, eh. Mirá el gordito cómo se fue...

—¿Qué haces vestida así? —preguntó Aaron entrecerrando los ojos.

Se paró de la silla y comenzó a caminar lentamente hacia a mí, con sospecha. Comencé a retroceder.

—¿Por qué te estás alejando? ¿Hay algo que nos estés ocultando? —cuestionó, se cruzó de brazos frente a mí.

Negué mordiéndome el labio inferior.

—Tengo frío —me excusé, encogiéndose de hombros.

—Ashley, hace 25°C, no creo que tengas frío —posó su mano en mi frente—, y no tienes fiebre, a tí te pasa algo...

Me miró otra vez, con sospecha.

—Ay, Aaron, cálmate, no me pasa nada... —volví a retroceder y cuando quise girarme, él me tomó de la muñeca bruscamente.

Me miró serio y, por ende, quiso subir la manga de mi buzo, pero me solté.

—No me toques... —le espeté.

No me hizo caso ya que, con rapidez, sacó el guante de mi mano derecha y levantó la manga, también derecha, de mi buzo.

Los Alpha que miraban detenidamente la escena, abrieron los ojos como platos al ver la alergia florecer por todo mi brazo.

¡Esto es guerra! © #2 [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora