82. Parte uno: Tacones y declaraciones de amor.

29.6K 2K 2K
                                    

En el capítulo anterior:

{El dinero podía servir para satisfacer las necesidades no básicas de las personas, pero, si uno no era feliz, ¿realmente valía la pena poseer tanta economía? El dinero no compra los sentimientos y la felicidad no viene siquiera en el paquete.

Entre suspiros y sonrisas, tomé los libros que Marie Lu me había prestado, con la linterna del celular alumbré las páginas y me dispuse a leer toda la noche hasta quedarme dormida. Quizá así aprendería un poco más y pudiese hacerme valer por mis conocimientos, y no por cuál familia provengo o el monto de dinero que ellos tienen.}

———

Capítulo ochenta y dos

Parte uno: Tacones y declaraciones de amor


— ¡ARRIBA TODO EL MUNDO! —un grito seguido de una trompeta sonando provocó que pegue un grito y me caiga de la cama. Terminando enrollada con las sábanas en el suelo y con posibles moretones dentro de unas horas—. ¡El que no se levanta, es un huevo super blando!

— ¡¿Sabes qué huevo va a quedar super blando si sigues gritando?! —le contestó una voz ronca a la persona que gritaba.

— ¡Tranquilito, Brown! —esta vez reconocí al despertador humano: Tyler.

Otra vez la trompeta super desafinada volvió a sonar en toda la casa.

— ¡TYLER, DEJA DE TOCAR LA MALDITA TROMPETA! —exclamó Luke.

— ¿Qué mierda es ese ruido? —preguntó una voz femenina, creí que fue Madison.

— ¡MILLER! —nuevamente, un grito masculino interrumpió el desafinado chillido del instrumento—. ¡Suelta mi trompeta!

— ¡JAMÁS, BLAKE!

Corridas y más gritos resonaron de aquí para allá.

Me dispuse a cerrar los ojos y pasarme las manos por la cara de manera frustrada. Di un gran suspiro, no esperaba que me despertasen de esta forma ni tan pronto. Me levanté del suelo, después de diez minutos intentando librarme de las sábanas, y me dirigí al baño para tomarme una ducha. La mayoría del tiempo lo utilizaba como método de relajación ya que era cuando más podía pensar, sin que nadie me interrumpiese o volviese loca.

Me puse una remera de mangas largas blanca, un abrigo peludo de piel sintética en color marrón claro, unos pantalones altos de cuadraditos blanco y negro, y unas botas negras. Un cinturón Gucci fue ubicado en mi cintura para evitar que se me cayera. Como accesorios, me coloqué una cadena con un dije de oro en mi cuello y en mi cabeza una gorra marinera de color negra. No podía olvidarme de la pulsera de Blake que siempre permanecía en mi muñeca junto a otros brazaletes de oro.

Tomé mi mochila y eché los libros que Marie Lu me había prestado, para poder terminar de leer el último mientras desayunaba. Todavía faltaban un par de minutos para ir a clases y era el tiempo que necesitaba para que la maldita carta llegase a la casa. No podía estar más entusiasmada.

Bajé los escalones escuchando los mil y un gritos sin cesar que retumbaban por cada rincón. Sonreí internamente, era lindo haber vuelto, me sentía como en casa...

Con mi verdadera familia.

—Hola, Ash —me saludaron las chicas y un par de Delta.

— ¡Buenos días, dormilona! —saludó Tyler con las comisuras extendidas a más no poder. Se me acercó y me abrazó con fuerza, acto que me causó ternura y sorpresa al mismo tiempo, lo rodeé con mis brazos y me sacudió hacia todos lados—. Me alegra que hayas vuelto, gracias.

¡Esto es guerra! © #2 [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora