73. Bambi, macabros secretos y cagadita con patas.

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En el capítulo anterior:

{Me planté en la entrada de la famosísima mansión Smith. Era de un color marfil muy lindo, según recordaba, todas sus luces eran blancas. Tenía pinos pequeños a los costados de la mansión próximo a pequeños arbustos con flores blancas, una fuente se reposaba delante de la casa, era lo primero que se veía al entrar a las hectáreas.

Tragué saliva poco convencida de lo que estaba por hacer, unas manos en mis hombros me asustaron provocando que de un mini salto en mi lugar.

—¿Estás lista? —los ojos azules de Jake me recorrieron un poco preocupados, asentí rápidamente, acomodando el cabello detrás de mi oreja.

—Es ahora o nunca.}

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Capítulo setenta y tres

Bambi, macabros secretos y mierdita con patas

—Está bien, tómate tu tiempo si no estás segura...—me sonrió de lado plantando un beso en mi frente y se adentró a la casa dejándome más sola que un perro.

O bueno, sí había gente, se encontraban parados al lado de la casa "cuidándola" como si viviese la mismísima reina de Holanda.

Aunque, en parte, antes vivía un tipo de reina...

Vivía yo.

<<Vaya, ¿de dónde estás sacando tanta autoestima?>>

Nadie lo sabe.

Me armé de valor, inhalé todo el oxígeno posible, por poco, casi se me vuelan las ideas y, como un Bambi recién nacido, me encaminé con lentitud hacia la gran mansión. Arrastré mis pies a paso de babosa en caparazón, no quería entrar. Posé mi pie entre el límite de salir corriendo o de ser valiente y aventurarme en quién sabe qué.

La familia Smith seguía guardando muchos secretos, ¿estaba bien involucrarme en todos esos?

Sabía que me iba a arrepentir si lo hacía y también si no lo hacía, así que, ignorando todos los malos pensamientos y queriendo saber más de mi familia, si se podía llamar así, quebré toda barrera mágica que me impidiera entrar.

Ya estaba aquí y era tarde para salir corriendo.

Una nueva y gran lampara de techo iluminaba toda la entrada, llena de caireles que creía que eran de diamantes y una luz blanca no muy tenue. Así como recordaba, las dos escaleras grandes se ubicaban a los costados que dirigían hacia las habitaciones y un pasillo enorme entre las escaleras, en la planta baja que daba paso al patio trasero. Me adentré más en la casa observando la cantidad de personas que iban de aquí para allá con planos, comida y decoraciones para el hogar.

Miraba a todo el personal vestido de traje tratando de reconocer a alguno, me era imposible, no conocía a nadie. Hasta que una mujer bajó las escaleras. Se la notaba un poco enojada dando instrucciones a las personas que la seguían, inmediatamente, la reconocí. Su mirada cambió al instante, cuando se topó con mis ojos. Una sonrisa se amplió en su rostro de lado a lado, las arrugas se situaron debajo de sus ojos e, ignorando a todos los que bajaban con ella, descendió las escaleras corriendo. Cuando la tuve en frente, sin poderlo creer, la abracé con todas mis fuerzas cerrando los ojos y recordando su peculiar olor de su perfume a jazmín.

Me zarandeó de un lado hacia otro, soltando risitas de vez en cuando.

—¡Qué hermosa y grande estás! —exclamó separándose levemente de mí, tomó mis mejillas y las acarició entrecerrando los ojos, le sonreí con el corazón a mil—. ¿Cuándo ibas a venir a visitarme? Te extrañaba.

¡Esto es guerra! © #2 [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora