Orión POV.
Mi segundo día en el hospital comienza a las siete de la mañana, con Fred tocando mi puerta.
-Vamos a desayunar –me dice.
-Es muy temprano –me quejo, dejándolo pasar.
Camina hasta sentarse cómodamente en la cama.
-Voy a asearme –digo, dirigiéndome al baño.
Tomo una ducha y me arreglo ahí dentro. Ya debo vestir el uniforme como el resto de los trabajadores, así que me miro en el espejo un par de veces antes de salir.
-Te queda bien –masculla Fred , recostado en la cama, leyendo uno de mis libros.
-¿Por qué tan temprano? –inquiero, tomando mis zapatos y poniéndomelos.
-Si vamos antes de que todos despierten podemos tener un buen desayuno.
-¿Para eso querías que durmiera junto a tu habitación? ¿Para tener a alguien a quien despertar?
-Deja de quejarte, me lo agradecerás –se pone de pie, sujeta mi hombro y me empuja hasta la salida.
La hora en que todos los pacientes son llevados a desayunar, o a comenzar algún tratamiento, es a las nueve de la mañana, por tanto, la hora normal para despertar es a las ocho, eso dice mi especie de contrato. Pero no, aquí estoy, a las siete y media de la mañana dirigiéndome a la cafetería.
Está vacía, por supuesto.
-¿Hay gente despierta a esta hora? –inquiero sorprendido.
-El personal de limpieza y los cocineros si –responde.
Se dirige directamente a la ventanilla, pasando la barra vacía.
-Doctor Fred –lo saluda una señora joven con uniforme de cocinera.
-Buenos días Karla, ¿Podrías hacer dos platos? –me señala con la barbilla.
-Por supuesto –responde esta, sonriendo.
Fred se dirige a una de las tantas mesas vacías y me siento frente a el.
-Estás loco –mascullo.
-Prefiero disfrutar de mi desayuno a solas. Y alcanzo el mejor platillo del día.
-Estás loco –repito.
-Por eso estoy aquí –se encoje de hombros-. Espero que pueda verte para la hora de comida.
-Supongo que la tradición sigue en pie.
-Sigue en pie, Orión –sonríe.
Después de cinco minutos nos traen los platos. Y creo darme cuenta a lo que Fred se refiere.
En mi plato hay tres Hotcakes esponjados, con trozos de fresas y frambuesas, también hay varios trozos de tocino, un vaso con leche y otro con jugo de naranja. Y lo mismo para Fred .
-No sirven esto para todos –me explica Fred -. Digamos que tengo un trato especial.
-¿Siempre sobornas a las personas?
-A veces de verdad vale la pena –sonríe.
Terminamos el desayuno y acompaño a Fred a la sala de rayos X's para que recoja un par de sobres.
Después me quedo con una enfermera nueva, a quien le ayudo a preparar las cosas para que los pacientes puedan pasar a desayunar.
Mientras todos toman el desayuno le ayudo a un doctor en psiquiatría con un par de expedientes que estaban mal acomodados.
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Interior
RomansaOrión sabía que al entrar a un hospital psiquiátrico para realizar sus practicas profesionales se vería afectado emocionalmente por los pacientes. Pero nunca creyó que uno de ellos lo tocaría de manera especial: Gabriel Hills, doble intento de suici...