Capitulo 3 - "Crisis".

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Orión POV.

-Por mi –Las palabras salen de mis labios aunque no las hubiera pensado antes.

Y por primera vez veo una chispa de emoción en los ojos de Gabriel Hills.

Baja su mano, abre el puño y las pastillas caen al suelo.

Extiende la palma y me entrega el bote de pastillas.

En cuanto lo tomo escucho pasos a mis espaldas y Gabriel eleva la mirada.

-¿Está todo bien? –reconozco la voz de Kevin.

-Si, ya nos íbamos –mascullo sin despegar mí vista del chico frente a mí.

-Los pacientes no pueden pasar a esta área.

-Lo se –respondo-. Ya nos vamos.

Le indico a Gabriel que me siga y pasa a mi lado, saliendo de la farmacia.

-¿Qué pasó? –Señala el suelo.

-Se me cayeron –respondo sonriendo, agitando el bote de pastillas en mi mano-. Ahora vuelvo, tengo que llevar a Gabriel a... un lado.

Sin esperar respuesta me voy tras de Gabriel pero no lo encuentro por ninguna parte.

El pasillo a la izquierda lleva hacia el comedor, y el de la derecha hacía el jardín.

No creo que fuera hacia el comedor así que tomo el derecho.

Cuando llego a la escalinata localizo a Gabriel, quien se está sentando en una banca bajo un árbol.

Nunca voy a poder entenderlo.

-Si lo tomas de la mano te seguirá a donde quieras –reconozco la voz femenina instantáneamente aunque solo la he escuchado un par de ocasiones.

-Kaley –la saludo asintiendo, sin prestarle atención pues solo puedo mirar a Gabriel mientras apoya su cabeza en sus rodillas.

-Es como un niño pequeño algunas veces –continúa-. Pero no te confundas, está más cuerdo que todos los de aquí.

-¿Qué le pasó?

-Su familia murió –no esperaba que me respondiera esa pregunta, así que en cuanto lo hace fijo mis ojos en ella para prestarle total atención-. Fue un accidente automovilístico. El iba manejando.

Frunzo los labios, horrorizado.

-La ha pasado mal –me dice.

Mueve su cabeza, indicándome que la siga.

Camina hasta el inicio de la pequeña explanada y se sienta en una bardita del barandal.

-¿Por qué solo te habla a ti? –le pregunto.

-Yo pasé por algo parecido, pero no es ni la mitad de malo que lo que pasó él.

-Se siente identificado contigo –la afirmación se convierte en pregunta al final.

-Yo lo entiendo. Y es todo lo que él necesita, alguien que lo entienda. La verdad es que lo menos que queremos es recordar lo que pasó, y al parecer es lo primero que te hacen hacer aquí los demás. Por eso odiamos hablar. No a todas las personas les afecta de igual manera, a él le afectó mucho ese accidente, pero no está loco.

-Nunca creí que lo estuviera.

-Por alguna razón tú... eres alguien para él.

-¿Por qué lo dices? –inquiero curioso.

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