Orión POV.
-¿Por qué estás tan callado? –inquiere mirándome con el seño fruncido.
-Solo estoy comiendo –respondo secamente, aunque no quería que sonara así.
-Oye, no te estoy presionando, ni mucho menos quiero acosarte en...
-No –lo interrumpo-. No es eso –intento sonreír, pero la maquinita en mi cerebro no me deja liberarme de todos los pensamientos que tengo ahora mismo.
-¿Entonces? No se por qué te lo tomaste a mal.
-No me lo tomé a mal –aseguro, con una sonrisa sincera en mis labios, sonrisa que no batallé en formar pues su expresión preocupada-triste me rogaba por ella.
Estamos en el restaurant del hotel, en una mesa alejada del murmullo de la gente, comiendo el platillo del día y bebiendo cerveza.
-Míralo de esta manera: Aquí lo único que te retiene son tus amigos, me has dicho mil veces que no hay nada en esta ciudad que valga la pena. ¿No? Orión, te has graduado, debes comenzar a ver por ti mismo. ¿Qué vas a hacer? ¿Vas a buscar trabajo aquí? ¿Vas a poner tu propia clínica? ¿De verdad? Este lugar es tan pequeño... y te aseguro que vas a terminar trabajando en el hospital psiquiátrico las veinticuatro horas y toda tu vida se irá ahí. Eres muy joven, debes pensar en grande. En Chicago hay muchas oportunidades, por todos lados, en todas partes. Por supuesto que quiero que te vayas conmigo, soy muy egoísta. Tengo que poner en marcha todo lo que había dejado, tengo muchas cosas que hacer. Y no quiero dejarte nuevamente, Orión. Quiero que estés conmigo. Te ofrezco mi apoyo. Ven a Chicago conmigo. Más bien dicho, ve a Chicago por tu cuenta. No por qué yo te lo digo. Míralo como una oportunidad. Míralo como que tienes un amigo en la gran ciudad y te está invitando a que vayas con él para que busques un buen trabajo. ¿A que podrías temerle? Lo mismo que haces aquí, puedes ir a hacerlo allá. Y mejor.
-Gabriel yo... -trato de pensar muy bien en lo que voy a decirle, pero hay tantas cosas, tantas palabras, tantos sentimientos. Y lo único que puedo ver con claridad es el hermoso gris de sus ojos-. Es difícil. Créeme. Necesito pensarlo muy bien, no es algo que se tome a la ligera.
-Escúchame, aquí rentas, ahora que no estás estudiando tienes que buscar un trabajo. Bueno irás a hacer exactamente lo mismo allá. Piensas que vas a comenzar de cero, pero aquí también tendrías que comenzar de cero. Mejor comienza allá. Además, te ofrezco mi apoyo completo. Orión. Por Dios. Te amo.
No puedo evitar sonreír.
-No se que tiene que ver eso ultimo con todo lo que has dicho –mascullo sintiendo un calorcito en las mejillas.
-Es mi débil intento de convencerte.
-Okay, mira –aclaro mis ideas unos segundos-. Voy a pensarlo. ¿Okay? Te lo prometo.
-Amor –susurra y se acerca a mí, sujeta mis manos entre las suyas y entrecierra sus ojos, poniendo una mirada tan atrapante que quisiera estar completamente a solas con él para poder disfrutarla de verdad-. ¿No me has entendido todo lo que he dicho? Ven a vivir conmigo. Te amo. Quiero que vengas a vivir conmigo.
Resoplo, pues el revoloteo en mi pecho y los latidos de mi corazón me obligan a soltar el aire de golpe.
-Si mi intento por atraerte a la ciudad con promesas de trabajo y de un buen futuro no está funcionando, entonces tendré que poner en claro mis intenciones. Eres la persona más importante de mi vida. Y solo tengo dos opciones, o te vas conmigo. O me quedo aquí. Y para ambos la primera opción es cien por ciento mejor. No quiero dejarte. Estoy enamorado de ti, estoy enamorado de ti como nunca creí que podría estarlo. Y yo... en tus ojos... veo lo mismo. Me miras con adoración –me hace sonreír, y creo que la sensación de que mi pecho se expande está llegando a mi garganta y me provoca resequedad-. Lo se por qué en tus ojos veo mi reflejo, y te estoy mirando de la misma forma. Y si mis palabras no funcionan, entonces tendré que recurrir a la suplica. Por favor –esboza una ligera sonrisa con sus labios carnosos-. Por favor ven a vivir conmigo. Te necesito. Eres todo lo que necesito. Por favor.
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Interior
RomanceOrión sabía que al entrar a un hospital psiquiátrico para realizar sus practicas profesionales se vería afectado emocionalmente por los pacientes. Pero nunca creyó que uno de ellos lo tocaría de manera especial: Gabriel Hills, doble intento de suici...