Capitulo 5 - "¿Puedo darte un beso?

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Orión POV.

-Gabriel, es hora de tu estudio –dice Parker desde la puerta.

Yo me giro para mirarlo, pero Gabriel no aparta su mirada de mí. Su mano se aprieta en torno a la mía y el ritmo cardiaco se acelera en el monitor a mi lado muy ligeramente.

-Está bien –le aseguro sonriendo.

-No vamos a dormirte –asegura Parker colocándose al pie de la cama-. Siempre y cuando cooperes en lo que se te pida. ¿Está bien?

Su vista se fija en el doctor, pero no responde.

-Gabriel –mascullo y aprieto su mano ligeramente.

Asiente y endereza su cuerpo, levantándose lentamente de la cama.

-Vendrá una enfermera a ayudarte. Orión, puedes quedarte con nosotros.

-Gracias –digo.

Minutos después una enfermera entra y desconecta todos los aparatos, le hace unas pequeñas pruebas de reflejos a Gabriel y después revisa sus ojos con una lamparita.

-Voy a dejar tu ropa aquí para que te vistas –le dice, colocando la bata blanca sobre la cama.

La enfermera sale y yo me pongo de pie.

-Te voy a dar un momento para que te vistas –mascullo.

-No –responde.

Sonrío y camino hasta sentarme en el sofá junto a la puerta.

-¿Necesitas ayuda? –le pregunto-. ¿Te duele?

Eleva su mano, en donde estaba la intravenosa y la examina con sus ojos durante unos segundos, después niega con la cabeza.

Después de desabrochar su pantalón lo deja caer y moviendo sus piernas se deshace de el. Se quita la playera y toma la bata con sus manos.

Ya había visto a Gabriel sin camisa, pero no de esta forma.

Cada parte de su cuerpo, desde sus hombros hasta sus pantorrillas, está tonificada e inflada; las venas de sus brazos resaltan por la luz de la habitación y sus ojos brillan mientras examinan la prenda.

-Es algo incomoda –le digo, señalando la bata.

Se encoje de hombros y percibo otra elevación de su comisura derecha, su sonrisa.

Después de ponerse la bata le entrego las pantuflas del mismo color y le dedico una sonrisa para darle valor.

La prenda le llega a varios centímetros sobre la rodilla y su cabello está completamente despeinado, dándole un aire de inocencia en contraste con su gran cuerpo.

La enfermera llega y toma la mano de Gabriel después de sonreírle, pero este no camina sino que se gira hacia mí y me extiende su mano para que la tome.

Lo hago después de que la enfermera asintiera y me animara a hacerlo.

Gabriel suelta la mano de esta y se dedica a seguirla sin soltar la mía.

Me siento incomodo cuando entramos a una sala con por lo menos tres doctores esperándonos.

-Es hora de seguir nosotros solos, Gabriel –le dice la enfermera.

-Estaré esperándote aquí –le aseguro.

Este asiente y sigue a los médicos hasta que desaparecen tras una puerta blanca.

Aquí no hay donde sentarme así que solo me recargo en la pared.

No se cuanto tiempo pasa pero no tenia la mas mínima intención de irme hasta saber algo sobre Gabriel.

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