Frederick POV.
-Frederick, pasa –me indica Parker después de tocar la puerta de su oficina.
Camino hasta la sala de piel y me dejo caer en el sofá.
-Jaqueline dice que los medicamentos de alteración lobular están surgiendo efecto –le informo con respecto a Gabriel.
-¿Y que piensas tu? –me pregunta.
Suspiro.
-Creo que un problema así no se cura con medicamento. Es cierto que Gabriel necesitaba una alteración para poder encender sus sentidos, pero no creo que venga del medicamento.
-¿De que crees que provenga?
-De las emociones. No hay nada más fuerte para alterar tu sistema.
Parker se pone de pie y me da la espalda, dirigiéndose hacia la ventana.
-Por eso me gustas, Frederick. Entiendes como las cosas deben de ser –me dice mirando hacia afuera por la ventana-. La mente puede ser el arma más letal contra ti mismo, la peor enfermedad; pero también es tu mejor cura. Creo que Gabriel encontró eso que le hace activar su mente, encontró su cura.
-Crees que.... ¿Qué Orión está ayudando con eso?
-Estoy seguro –responde firmemente mirándome a los ojos y sonriendo.
-¿Qué piensas hacer?
-Gabriel está regresando, y yo no estoy interviniendo. No tengo mucho que hacer. Orión lo está haciendo todo.
-¿Vas a usar a Orión como medicamento? Deberías decírselo.
-Orión es un chico muy dulce y solidario, debes estar de acuerdo –asiento-. Si le llego a decir que él está siendo la cura al problema de Gabriel, hará lo que hace por obligación, y no lo dejará nunca. En cambio, si no le decimos nada, él lo hará por gusto, por interés; Y si se cansa, entonces lo dejará. Confío en que Gabriel regresará antes de que eso suceda.
-Utilizando a otra persona sin informarle –replico.
-Veras Frederick, cuando eres medico psicólogo-psiquiatra te das cuenta que la mayoría de tus pacientes siempre estarán perdidos, que no puedes curar su problema con medicamento, solo los controlas. No controlas el problema, los controlas a ellos. Así que cuando encuentras una cura a la enfermedad, debes explotarla todo lo que puedas. Si un paciente tiene esperanzas, sácalo de su sufrimiento a toda costa.
Volteo la cabeza para mirar mis manos.
Parker se acerca hasta la sala y se sienta en su sofá individual.
-Me quedan un par de años en este lugar –masculla-. Pronto llegará la hora en que tenga que irme. Y sabes que necesito a alguien de confianza que tome mi puesto.
Elevo la mirada hasta sus ojos.
-No me sentiría mas tranquilo si fueras tu quien se quedara.
-¿Yo? –inquiero sorprendido-. Me alagas, Parker, pero no soy nadie aquí.
-Eres excelente para el lugar, Frederick. No me iré pronto, pero se llegará el día. Y para entonces estoy seguro que tendrás todo lo necesario para remplazarme.
-Nunca podré remplazarte.
-Eres igual que yo –sonríe-. Y sucesos como estos son los que te darán respuestas.
Se pone de pie y me indica que lo siga.
Salimos de las oficinas y tomamos el pasillo hasta el ala de recuperación y cuidados intensivos.
-Orión es un chico muy interesante –dice mientras caminamos-. Estoy seguro que mantendrá a Gabriel interesado en él.
-Estás... consiente de lo que estamos hablando desde hace rato, ¿Verdad? Dices que... Gabriel es gay. Y que Orión también.
Veo como Parker sonríe y después de eso se para detrás del cristal, en donde del otro lado se encuentra Orión y Gabriel. Este último está recostado en la cama y Orión en una silla acolchada, sujetando la mano del chico que lo mira fijamente.
-Míralos –me dice Parker.
Aunque me sea difícil admitirlo Gabriel y Orión desprenden un aura de estabilidad y atracción demasiado visible.
Veo como ambos mueven los labios, el cristal nos permite mirarlos, pero ellos a nosotros no. Aunque no podemos escucharlos. Quisiera saber de lo que hablan.
-Gabriel está manteniendo una conversación –masculla Parker.
-Ya lo veo –susurro.
-Dejemos que las aguas corran y encuentren su camino –palmea mi espalda y se marcha hacia terapia intensiva.
Me quedo mirando a los chicos en la habitación.
Gabriel se ve pálido, pero su rostro tiene más color que nunca. Jamás le había prestado suficiente atención como apreciar lo apuesto que es. Sus rasgos no son delicados, pero son simétricos. Tiene un cuerpo ancho y claramente ejercitado. Entiendo por completo que alguien se sienta atraído hacia él.
Orión por el contrario el único rasgo tosco que tiene es su quijada cuadrada, pero el resto de él se ve tan exquisito. Su cabello delgado, espeso y rubio. Su nariz delicada y sus labios finos. Sus manos blancas con manchas rosadas por la circulación de la sangre. Su pequeño cuerpo ancho y ligeramente inflado por el ejercicio. Sus ojos azules. Tan azules que te quedas atonico solo de verlos. Con una hermosa "deformidad" de pigmentacion que le hacen tener preciosos brillos blancos en sus pupilas.
Me percato de la situación entre ambos chicos.
La distancia entre sus rostros es escasa. Se lo que sigue después de la mirada que se sostienen, de sus labios entre abiertos y de esa corta distancia. Antes de que suceda me doy la vuelta y me alejo de ahí, rumbo a la salida del hospital.
Me hubiera gustado haber sido sincero antes. Haber tenido el valor para confesarle a Orión lo que siento por él. Haberme enfrentado a todo lo que este sentimiento conllevaría.
Pero ahora no tengo opciones. No puedo decírselo a Orión, dos cosas podrían pasar: Que me corresponda o que no lo haga. Pero no puedo darme el lujo de que me corresponda. La relación entre Orión y Gabriel además de darle felicidad a ellos puede sanar a un enfermo. Y no voy a ser egoísta como para quitarle esa oportunidad a una persona.
No se trata de pensar sobre mí. Se trata de pensar en cuantas personas puedes hacer feliz con tus decisiones.
Voy a decidir pensando en los demás, y no en mí.
Siempre me han dicho que no antepongas la felicidad de otros sobre la tuya.
Pero no voy a quitarle a alguien la oportunidad de liberarse.
Voy a decidir pensando en mí.
En que seré feliz si hago feliz a más personas.
Aunque duela.
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Interior
RomanceOrión sabía que al entrar a un hospital psiquiátrico para realizar sus practicas profesionales se vería afectado emocionalmente por los pacientes. Pero nunca creyó que uno de ellos lo tocaría de manera especial: Gabriel Hills, doble intento de suici...