"PROLOGO"

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Era un día lluvioso. Las avenidas estaban empapadas, el olor a lluvia inundaba todo Japón, la presencia de paraguas le daban un toque multicolor a las calles y la oscuridad se hacía cada vez más notoria a medida que el Sol se escondía, dando lugar a aquellas luces artificiales que salían de las farolas para iluminar el triste camino.

A muchísima gente no le gustaba la lluvia, pero también habían personas que disfrutaban aquellos días como los que más, aunque ese no era el caso de la pelirroja enfurruñada que caminaba a paso ligero por la calle.

Sus cabellos rojos, al igual que toda su ropa dejaban caer más de una gota de agua cada medio Segundo. Empapada hasta el cuello, se maldijo a sí misma por haberse distraído con cada acto heroico que se encontraba por las calles, pues de no haberse detenido a verlos, hubiese llegado a su destino hacía ya muchísimo tiempo.

Decidió pararse en frente del portal de un edificio, al azar, pues al no conocer la ciudad le resultaba muy difícil ubicarse, por no decir que había estado más de media hora caminando bajo la lluvia sin encontrar aún su destino. Rebuscó entre su bolsillo y tras sentir la textura del papel entre sus dedos lo sacó con fuerza y, haciendo un gran esfuerzo para entender lo que estaba escrito, pudo leer la dirección.

Apresuradamente buscó el número de a puerta y al ver que coincidían soltó un grito interno lleno de alivio y orgullo por haber llegado por fin. Entró al vestíbulo sin necesidad de usar llaves, pues la puerta principal no tenía cerradura y permanecía abierta.

¿Su primera impresión?

Asombro total, pues tenía en mente un lugar viejo, con olor a moho y todo lo peor que podría ser un edifico, sin embargo, se encontró con un lugar nada parecido a cómo lo recordaba, bien iluminado, semi-nuevo y con un gran espejo en la pared. Su fascinación era tan Grande que no se dio cuenta que su boca se encontraba abierta.

— ¿Un mal día?

Cerró la boca con fuerza causando un choque con los dientes y buscó la procedencia de aquella voz varonil que la había traído de vuelta al mundo real. Un hombre joven, de al menos unos 27 años, la miraba con un extraña sonrisa que la ponía algo incomoda.

— ¿Has tenido una pelea con la lluvia o algo?

Entonces se dio cuenta de que aquella sonrisa no era precisamente por ser amable, sino que era un intento de esconder la gracia que le hacía verla empapada de pies a cabeza.

— Se podría decir que sí — respondió tomándoselo con humor, pues no quería traerle mala impresión al que parecía ser el portero del edificio.

— Eres la nueva vecina de la primera planta, ¿verdad? — preguntó curiosos a través de la mesa de mármol donde se encontraba. — Sora, sí no lo recuerdo mal.

Asintió mientras emprendía de nuevo su camino agarrando su maleta, pero al llegar a las escaleras de la entrada la maleta fue arrebatada de sus manos por aquel portero guapo.

—No hace falta... —se apresuró a decir.

— Oh, sí que hace falta. —le corrigió — Soy el conserje del edificio y mi deber es tratar bien a las personas que viven en él — la miró una vez habiendo llegado los dos al ascensor y le guiñó un ojo — sobre todo a las nuevas.

Realmente aquel chico la ponía algo incómoda, y no era porque se sentía acosada, ni mucho menos, era porque le parecía una bendición tener a un chico tan guapo de conserje. El ascensor no tardó en llegar y al abrirse un olor a lavanda inundó todos sus sentidos. Fue un placer para ella adentrarse, pues no todos los ascensores estaban tan cuidados como aquellos.

Separados Al Nacer! {Boku No Hero Academia} #1 (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora