Fragmento 7

20 3 1
                                    

Mire sus ojos azules claros, celestes y no pude evitar pensar que quizá esa fuera la ultima vez que los vería así, dulces a pesar del dolor, consientes y sabios nublados de temor pero vivos.
El reloj no estuvo nunca tanto en nuestra contra y tus manos tan pálidas, a pesar de la blancura seca de tus palmas corroídas por aquel mal que tanto amaste, aquel veneno que sin saberlo bebiste.
Que injusto es este mundo y que tristes nuestros finales.
Que despistada nuestra conciencia y cruel el destino, sin distinguir lo bueno de lo malo.

Me disculpe mentalmente, por no poder evitar los raudales de lágrimas y por el dolor que estúpidamente no podía soportar.
Pocas cosas, sólo una, se comparan a esto. Algunas palabras solamente pueden expresar lo agonizante que se encuentra mi alma, a medio camino de mi pecho y mi boca, atascada en mi garganta y arañando mi voz con sarna...

Y lo que más me carcome es tener que mentirle a aquellos ojos celestes, que, a pesar de todo, tanto amo. Decirte que todo mejorará y que el verano nos recibirá juntas otra vez cuando en realidad dudo sea posible.

FragmentosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora