Teníamos 17 años

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Te hice reír, te hice llorar, te hice abrir los ojos.
¿No lo hice?
Ayude a abrir tus alas, tus piernas y muchas cosas más.
Soy el mas grande bastardo que conoces.
El único que te dejó ir.
Me enseñaste a vivir, amar.

Algunos sueños son mejor cuando terminan.

Nunca quise que te hundieras
Nunca quise dejarte.
Greatest Bastard/ Damien Rice.


Estaba por cumplir 17 años, cuando conocí a un chico risueño y carismático. No había chica que no alucinará por él. Yo incluída.
Él era todo lo que un chico debía ser: deportista, popular, amable, alegre, educado y estudioso. Él se fijó en mí y me invitó a salir...

«¿Me estas invitando a salir?- Victoria no podía creer que el guapo Aiden Bruck la estuviese invitando, él era tan lindo, popular, tenía a media preparatoria tras de él.

-Sí....ooooohhh.... no, si tu no quieres. Es decir...- los nervios le brotaron desde el revoloteo de mariposas que sentía cada que la veía, se rasco la nuca apenado- Sí. Sí, quiero una cita contigo.

Tenía tanto tiempo viendola a lo lejos, tanto tiempo pensándola, adoraba como reía, las pecas en la punta de la nariz, sus ojos singulares, esos azules palido que lo obligaban a mirar al cielo cada mañana para comparar su color con sus bellos iris, el cielo siempre quedaba en vergüenza ante la belleza de los ojos de ella, alegres y brillantes.

Victoria no creía su suerte. Estaba enamorada de este chico desde hacia meses, su libreta tenía varios corazones con su nombre encerrado.
Cada que salía por las mañanas de casa veía el tierno pasto para buscar alguna hierba que se asemejara al tibio color de los de él, ese color verde sedoso con motas doradas, como miel en el centro de sus pupilas.

-Sí, quiero- contestó con el mismo revoloteo que él sufría.

Aiden sonrió y sus ojos verdes brillaron dándole la bienvenida»

-Sin hacerte muy largo el relato, nos enamoramos. Ambos estábamos por entrar a la universidad, y como los adolescentes que éramos, hicimos planes para asistir a la misma.

Greg escuchaba con cierta renuencia a creer la descripción que ella daba. No podía imaginar al frío Bruck siendo un adolescente y risueño aparte.

Victoria siguió su relato:
-Nos casamos en cuanto cumplí los 18 años...

«-Te amo, y el mundo dirá que soy un chiquillo, pero te amo.- Aiden metió sus temblorosas manos a los bolsillos traseros del pantalón.- Cásate conmigo mi amor- saco una temblorosa mano con una cajita azul y la abrió.

Victoria sonreía, su chico, su sueño...

-Aiden,-las lágrimas le salieron de sus resplandecientes ojos azules- Sí mi amor, sí, sí ¡SÍ!»

«-Tú madre se enojará- susurro ella enlazando sus manos en el cuello de él.

-Ella no comprende que te amé de esta manera, además ¿qué puede hacer?, ahora eres mi mujer, mi esposa.

Deposito un beso en sus suaves labios.

-Esposa de un futuro gran abogado.

-Esposo de la mujer de la que siempre estaré enamorado.

DÉJAME IRDonde viven las historias. Descúbrelo ahora