Delicado

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Podríamos besarnos
cuando​ estemos solos,
cuando nadie nos observe
podríamos irnos a casa,
podríamos escondernos cuando nadie este.

No es que tenga miedo,
Es delicado.

Podríamos vivir como nunca antes.
Cuando no hay nada que dar
¿Cómo puedes pedir más?
Podríamos hacer el amor en algún lugar sagrado.
La mirada en tu cara es Delicada

¿Por qué no te llevas mi dolor?
Delicate/ Damien Rice

Los hombres misteriosos siempre le habían emocionado.
Le encantaba tratar de adivinar lo que ellos escondían tras su mirada, le enloquecía cuando la llevaban a la cama y ella podía ver la faceta más personal de cualquier humano.

Había hombres serios que gruñían como cerdos mientras se lo hacían, otros eran sucios o les gustaba una mujer dulce y tierna a quien pedían que les dijera Papi...

Pero Bruck... ¡Aaah! Bruck seguía siendo su preferido. Un hombre enigmático en cada faceta.

Cuando Claudia se lo presentó a sus amigas, estas casi se orinan encima del espécimen tan exquisito y enigmático que era el hombre.

Y ella estaba tan orgullosa, era como si hubiese logrado la mayor aspiración de su existencia.

Es que solo ir de su brazo, frente a los ojos de las idiotas de sus amigas, la ponía casi orgásmica.

Claudia sonrió aún más y miro hacía el perfil de su acompañante. Su cabello castaño peinado pulcramente de
lado, su mandíbula recia recién afeitada, la nariz perfecta respingada solo un poco, de esa manera cincelada que los adonis suelen tener y bajo ella, unos labios delgados pero bien formados que mantenían la expresión inescrutable de todo el rostro.
Sus ojos verdes singulares hacían juego con sus pestañas largas y risadas  y ahí estaba el secreto, esos ojos podrían ser cálidos gracias a las esferas acarameladas que invadía el verde del iris; pero no era así, eran fríos y podían dejarte mudo con solo una mirada.

Bruck caminaba tranquilo e imponente mientras decenas de chicas lo observaban sin disimulo y algunas con la boca abierta.

Claudia intentó lucirse y detuvo a su acompañante susurrándole algo al oído.
Su meta era ocasionarle una leve sonrisa, de esas que acentúan la sensualidad de un hombre, para que se le formará esa pequeña marca en la mejilla que aparecía cuando él gesticulaba o reía, no es que ella la hubiese visto mucho; pero sabía que existía.

Pero nada sucedió, Bruck escuchó su susurro y de la misma forma que se detuvo para escucharla, se enderezó para continuar sin ninguna muestra de haberle prestado atención.

Claudia sonrió para seguir con el teatro de que ese hombre la amaba locamente y que ella compartía su cama.

Eso último era verdad, y eso era todo un deleite para ella, cuando sus amigas por fin pudieron abordarla con preguntas incesantes y estúpidas ya que el espécimen perfecto estaba atendiendo una llamada lo bastante retirado; Claudia dio rienda suelta a los detalles.

<¿Es tan salvaje como parece?>
—No tienes idea cariño, me deja agotada.
~Realmente es bueno~ se dijo a si misma con honestidad.

<¿Lo tiene grande o es pequeño?
—¡Ay por dios que pregunta!— risas escandalosas y fingidas—Solo ve las manos, que por cierto tiene tan cuidadas... Entre las piernas tiene el mejor paquete que he visto.— y tuvo que relamerse los labios para acentuar sus palabras, logrando que las ahí presentes rieran de nuevo y gritaran de éxtasis un poquito.
~Tiene el mas hermoso pene que haya visto, de eso no había duda~

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