Un Discípulo

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Las cosas caminan lento para unas cuanta personas, podría considerarse lenta la manera en que iban las cosas para él con Victoria.

Tres años conociéndola y solo después de pedirle más de treinta veces que salieran lo había conseguido con ella pactando su primer cena en dos meses después. Pero él lo había conseguido con esa cena y ella había aceptado otra una semana después, ahora tenían una "rutina" a dos meses desde su primer salida. Se podría decir que habían llegado a un acuerdo y la recogía todos los martes a las 8 pm en punto y la llevaba a cenar, y volvían a las 10 sin ningún tipo de contratiempo.

Él no quería que ella se alterará con los horarios y pusiera alguna objeción para ya no continuar viendolo.

Victoria era una mujer enigmática y nunca lograba ahondar en temas como su divorcio hacia unos años o sobre eso de que no salió de casa durante un año. Simplemente era una caja de secretos.

La conoció cuando su camino iba muy mal, en ese momento ella estaba en la misma institución que él, problemas distintos mismo desenlace si no se interviene y ayuda a tiempo.

Ella le demostró que querer es poder, salio de ese programa y estudio consiguiendo un título como asistente social en un año. Así fue como él dejó de lado fiestas y drogas para terminar lo que había empezado, su carrera de leyes. Si ella, una mujer que parecía sufría, había salido de una depresión que decían los compañeros de la institución, la tuvo encerrada en su casa un año en el que ella se negó a hablar con nadie; para después buscar ayuda y afrontar su dolor, ¿cuál podía ser la excusa de él para desperdiciar su vida? El era un niño mimado que gustaba del sexo y las drogas, era patético su caso al lado de ella.

Él no sabía que había pasado con ella para llevarla a ese nivel de depresión; pero no necesitaba saber para suponer la magnitud, bastaba verla cuando la conoció, no hablaba, sólo miraba, sus ojos eran los más tristes y vacíos azules que había visto.
Nunca sonreía y parecía perdida.

Vio sus cambios poco a poco y casi un año después la vio sonreír. El se sintió desde el primer instante inspirado y atraído por ella. Se hizo cercano, aunque ella nunca contaba nada, a él eso dejo de importarle, con ver los cambios que lograba poco a poco le bastó.

Por ella término la bendita carrera.
Por ella se esforzó en conseguir la pasantía.
Por ella que se merecía su admiración sin reservas.

Greg pensaba en los hermosos ojos azules que ella tenía ahora, a excepción de esa oscuridad que parecía empañarlos aún de vez en cuando.
Y mientras pensaba en lo bonita que se veía el día anterior en ese vestido granate, que dejaba sus hombros al descubierto con la piel nacarada y sedosa expuesta a sus ojos que la devoraban ávidos de llenarse de semejante belleza, una cara ceñuda y tosca invadió su vista.

Lo obligó a apartar el rostro espantado y se arrepintió cuando entendió que no era mas que Julia que lo veía de manera recriminatoria.

—Tienes el intercomunicador descolgado.— Le solto dandole un golpe al pobre aparato mientras lo colocaba en su posición —. El Señor Bruck te busca.

Dio media vuelta saliendo del pequeño espacio que él tenía como oficina con aires de grandeza.

Greg se levanto como si tuviese un cohete y camino-corrió hacia el despacho del abogado.

Entro sin llamar, tocándose los botones del saco para cerciorarse que estuvieran en su lugar.

—Tengo dos citas mañana como bien sabrás— hablo el abogado sin andarse con rodeos en cuanto lo vio cruzar la puerta— pero tengo cita en juzgado gracias a la ineptitud de Petrie, así que serás tú el que presente el resultado a ambos clientes.

DÉJAME IRDonde viven las historias. Descúbrelo ahora