Sigues ahí dentro...

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Aún hay un poco de sabor tuyo en mi boca.

Aún hay un poco de ti atado a mi duda.
Aún hay partes de tu cara que no he besado.

¡ Así que vamos valor! Enséñame a ser tímido.
Porque no quiero asustarla.
No es difícil caer
y no quiero perder.

No es difícil caer
Cuando sabes que realmente no sabes.
Cannonball/ Damien Rice

Él pego la mejilla en su rostro y ella recargo su cabeza en el hueco de su cuello, esa parte que siempre la había consolado como nada lo lograba en este mundo.

Él cerro los ojos y sus manos cobraron vida, acarició su espalda apretándola súavemente, hundiendo su piel un poco mas contra si.

Ella aspiró profundo y se embriagó con el olor de él, ese olor con el que había despertado tantas veces, el que le provocaba suspirar con nostalgia si no lo tenía cerca. Ese olor que hacía mucho tiempo había perdido la que fue su almohada.

Él pensaba:
—La amo, cuanto la amo.

Ella pensaba:
—Lo extraño, aún lo hago.

Ambos lo sabían, siempre lo habían sabido, pero él había tenido miedo y ella había perdido el camino.

Y por esa noche, después de tanto, ambos se olvidaron de las imposibilidades y de los malos recuerdos, incluso de los buenos. Se olvidaron de los reclamos y de tanto dolor, ambos se entregaron a esa sensación de alivio que no conocían ni habían conocido en esos 4 años.

Ambos eran su sanación, y la enfermedad era tan opresora y angustiosa que se olvidaron de su existencia y se entregaron con deleite a la cura.

Damien Rice había dejado de cantar o no lo sabían. Bruck se detuvo y ella levantó el rostro para encontrarse esos hermosos ojos verdes que todo lo sabían, que habían llorado lo mismo que ella; que guardaban el mismo recuerdo que los suyos.

Bruck cerró esa enorme distancia que muchas veces pareció insalvable, que no pudieron cruzar la primera vez que se dieron cuenta de su existencia. Ahora él estaba listo para intentarlo.

Ella lo recibió con la indudable emoción de sentirse enamorada. Después de tanto.

Y ahí, en medio de la pista se besaron con años de separación olvidados.

Los labios de ambos eran cuidadosos y llenos de pleno conocimiento del amor hacia el otro, se reencontraban después de tanto, se conectaban como siempre debió haber sido.

Escuchaban algunas palabras sueltas que nada significaban. Algún ruido que nada quería decirles. Ellos terminaron el beso y sus ojos no necesitaron buscarse, se habían encontrado.

Él vio detrás de los iris azules de ella esa chispa que conocía, y ella vio en los verdes acaramelados de él ese calor que lo caracterizaba. Después de todo aún estaban allí dentro, aún eran capaces de sacarse a la luz entre ambos.

Aiden tomó el rostro de ella entre las manos y ella le sonrió como esa vez cuando estaba en las escaleras y escondía en su espalda la enorme sorpresa.
Él respondió esa sonrisa y ella vio en él a ese chico que temblaba de emoción mientras la veía boquiabierto.

—Tengo tanto por lo que pedirte perd...

Ella colocó su mano sobre sus labios para callarlo.
—No, ya no. Tal vez no lo entendí antes, pero ahora lo hago. Y creo que ninguno de los dos lo ha hecho bien.
Así como también creo que llego la hora.

DÉJAME IRDonde viven las historias. Descúbrelo ahora