Capitulo 11. Libros de fantasia

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-Eres una necia – decía Apple un domingo por la noche. Las chicas habían quedado en dormir en casa de la pelirroja, Dina accedió tratando de que fuera divertida, y ya que Apple era la única chica que se había atrevido a tratar con ella y su temperamento, se dio por bien servida.

-No lo soy – miraba la chica por la ventana de la habitación. – Es solo que hay algo raro en este lugar – la mirada de Apple estuvo sin ninguna expresión mirando cada movimiento de la chica.

-Durham es el lugar mas normal y tranquilo, Dina – las palabras no llegaron a convencerle, se volvió encarándole.

-Tu también viste ese enorme animal en el bosque, aun no entiendo como salimos vivías de eso...

-Tal vez era un perro – musito la chica sentándose al lado de su amiga.

-¿Un perro? Apple eso no era un perro...

-Podría serlo – susurro.

-Tal vez eso fue lo que ataco a Alden aquella noche en Rock Rio – Apple negó. - ¿Cómo puedes estar tan segura que no fue eso?

-Tú ¿Cómo puedes estar segura que eso fue? – Dina suspiro dándose por vencida, era obvio que algo pasaba en Durham, pero también sentía como Apple le ocultaba algo, sentía como comenzaban las mentiras.

-Tienes razón, no puedo saber que fue lo que le ataco, y tal vez mi imaginación creo que ese animal, un "perro" como dices tu, se volviera algo demasiado grande en mi cabeza – bien sabia que estaba mintiendo, ella estaba segura de lo que había visto, y no iba a dejar que nadie le hiciera cambiar de opinión. Había encontrado a un amigo en Zayn, pero él era otro de los que no le creían, tal vez si encontrase algo que diera una explicación a las hipótesis que estaba formando en su cabeza, entonces estaría más segura de lo que estaba ahora.

-Ahora deberíamos dormir, mañana hay instituto – murmuro Apple arropándose con la cobija sobre su cama. – Buenas noches Dina – susurro antes de cerrar los ojos.

-Buenas noches - mascullo por lo bajo recostándose en la cama de al lado.

Corría por el bosque, sus piernas estaban entumidas y su cuerpo le pedía agua, pero el miedo no le permitía detenerse. No sabia de que era lo que huía, no sabio que aspecto tenia, lo único que podía hacer era correr.

Se detuvo en seco antes de llegar al final de una colina, del otro lado comenzaba un precipicio, si daba otro paso mas caería.

Volteo a todos lados, sentía que alguien le veía, pero no había nadie. Una gruñir inundo sus oídos, se quedo quieta mirando un zorro blanco salir de un arbusto. Segundos después no pudo moverse, ni una sola palabra o grito salió de su garganta, el animal había saltado y ahora Dina se encontraba entre el suelo y los colmillos del animal, un rasguño en su brazo le hizo gemir de dolor. Seguido de un fuerte dolor de cabeza, el animal se apartó chillando y encogiéndose, después salió corriendo al ver como una sombra negra se acercaba.

Un hombre alto, de unos 30 años más o menos, se acercó hacia ella, le extendió la mano sonriente, por unos momentos había creído que era su abuelo, pero este hombre no podía ser su abuelo. Llevaba una gabardina negra cubriéndole la parte de arriba, unos pantalones negros y un sombrero. Dina le tomo la mano y él hombre le ayudo a ponerse de pie, no aparto la sonrisa de su rostro, pero ella se encontraba atónita, ¿Quién era él? Se pregunto.

El hombre tomo su brazo lastimado. Las marcas de aruños que había dejado el animal blanco. Miro las heridas pasando levemente su mano, ella podía sentir el roce de sus dedos, estaba frio y todo a su alrededor había cambiado. La obscuridad lleno su alrededor, seguido de unas llamas detrás el hombre. La sonrisa amable había desaparecido y se había hecho una sonrisa perversa, le miraba, con ahora su mirada ennegrecida completamente. Mostro sus dientes, eran colmillos, acaricio la vena sobre el cuello de Dina, sus labios iban acercándose hasta su cuello pero algo logro alejarlo...

Los Ojos Del DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora