Las vacaciones de verano llegaron. Un calor sofocante se instaló en el aire, irradiándose desde el asfalto y las paredes de los edificios. No se podían ver nubes desde muy lejos, el aire olía dulce a protector solar y la ciudad parecía estar en su mejor momento.Pero Dan no tenía tiempo para esas estupideces justo ahora. Estaba demasiado ocupado preocupándose en qué tanto Eric le tomaría del pelo por llegar tarde a su cita. Casi podía escuchar su voz citando sus propias palabras, "Llegar temprano es una cuestión de cortesía. Espero que lo recuerdes para futuras ocasiones".
«Yo y mi bocota».
Hubo golpes en la puerta de su habitación, y él corrió a abrirla, todavía con el pelo todo desordenado, el cepillo de dientes en la boca y la camisa colgando de un solo lado de su cuerpo. Tan pronto como su madre vio su estado, le dio una mirada condescendiente.
-¿Yendo tarde?
-Oh, mamá. Tden micedicoddia.
-Cariño, no es mi culpa que te quedaras dormido.
-Pudidte dedpedtadme -le reprochó, luego se sacó el cepillo de dientes de la boca y corrió hacia el baño. Frances lo siguió y se acomodó contra el marco de la puerta.
Dan terminó de cepillarse los dientes a toda velocidad y se las arregló para encontrar la otra manga en el quinto intento-. ¿Puedo ayudarte en algo? -preguntó a la par que la miraba en el espejo mientras intentaba abotonarse la camisa.
Frances levantó una ceja y sonrió-. ¿No te dará calor con esa ropa? Hay 28 grados allá afuera.
-Sólo las personas débiles no se visten así en verano -replicó él, enrollando las mangas hasta los codos-. ¿Y bien? ¿Me veo guapo?
Ella se rió por la nariz-. Tanto como un muchacho con la camisa arrugada y mal abotonada.
-No tuve tiempo para plancharla. Ahora, si me disculpas...
Pero ella lo tomó por los hombros y lo retuvo dentro del baño con la fuerza de quien carga libros y papeles a revisar todo el día, de aquí para allá-. ¡Ningún hijo mío saldrá a la calle con un aspecto tan deplorable! ¿Quieres que todo el mundo piense que no tienes madre?
-¡Mamá! -. Dan se revolvió entre sus brazos-. No veo por qué piensas que esto es gracioso, ¡pero realmente no quiero llegar tarde!
-Ajá... Sabes, siempre puedes llamar a Eric y decirle que espere un poco. Seguro que lo entiende.
-De ninguna manera. Si odio algo es llegar tarde a cualquier lugar; además no voy a darle el placer de tomarme del pelo... ¡¿QUÉ DEMONIOS CREES QUE HACES, FRANCES LANE?!
Ya llevaba media camisa desabrochada y, golpeando las manos de su hijo, terminó su trabajo y le quitó la prenda encima.
-¡Madre! ¡No puedo salir a la calle medio desnudo!
-Bueno, qué mala suerte. Ahora arréglate el cabello correctamente. Plancharé esto por ti.
-¡Todavía tengo sólo treinta y cinco minutos para cruzar la ciudad!
-Te llevaré a la maldita feria. Ahora, ¡por cada página sagrada de este mundo, cálmate y prepárate!
Ella salió de la habitación echando chispas, dejando un confuso Dante mirando la puerta cerrada por un momento, mas el chico siguió sus órdenes y arreglo su pelo castaño miel lo mejor que pudo (a pesar que no se lo había lavado hoy).
Esta vez, se aseguró de aplicar el desodorante que había olvidado por completo antes y prácticamente se deslizó por las escaleras, tropezando en la alfombra. Se las arregló para llegar con vida al cuarto de lavado cuando Frances estaba terminando con la última manga.
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Amo a mi bully.
Teen FictionDan vive en un mundo donde encontrar a tu alma gemela es una de las cosas más importantes que una persona puede llegar a realizar, pero el sistema no es perfecto y, desde luego, su mala suerte no hace las cosas más fáciles. ¿Cómo pudo esperar otra c...