Habían pasado alrededor de dos horas desde que Margaret los dejara estudiar de nuevo. Eric se disculpó hasta que Dante se cansó de decirle que no era nada importante, que, por el contrario, debía aprovechar todas esas energías en terminar de corregir aquel examen tan horroroso.
-¿Es que no leíste siquiera uno de los ensayo que hice por ti estos dos años?
Ante su silencio, Dan le dio un ligero golpe en el brazo y anotó furiosamente una lista con los pasos para elaborar un ensayo decente. De verdad, el chico había estado durmiendo durante Literatura todo el curso. Dan se preguntaba si era posible recuperar todas las malas notas que debía tener acumuladas. Bueno, aún tenían un par de años más en la escuela, debía estar bien.
-Necesitas al menos una B+ en el final si no quieres quedarte al curso de verano, Eric.
-Todo sea por la medicina... -suspiró este.
-Y no sólo eso. Ten por seguro que no me verás hasta septiembre si no apruebas ese examen.
Al parecer, ese fue el incentivo perfecto. Eric se olvidó por completo de cualquier cosa que no fuera estudiar o revisar los ejercicios de química inorgánica que, poco a poco, dejaban de ser un dolor de cabeza para Dante.
Tan pronto como decidieron que se habían devanado los sesos lo suficiente por un día, Eric recibió un mensaje de texto. Por la expresión en su rostro, estaba debatiéndose en qué expresar primero: risa o indignación.
-Es mi madre -dijo con tono confuso-. Quiere que le ayudemos a preparar la cena. ¿Se volvió loca? ¿Y por qué tiene que escribirme? ¡Estamos justo aquí!
Dan se acomodó las gafas sobre la nariz, consultando la hora en su teléfono. Eran pasadas las seis. Se puso de pie.
-No debemos hacerla esperar.
Eric lo miró, desconcertado.
-¿De qué hablas? ¡Eres un invitado! No tienes que...
-Es obvio -le interrumpió-, que tu madre me pone a prueba. Quiere ver si, primero, puedo manejar tareas hogareñas y segundo, si me ofrezco a ayudar aun si no tengo la obligación de hacerlo.
-Sí, pero...
-Anda, después de todo, ya terminamos, ¿no?
Allí estaba de nuevo, esa sonrisa que lo hizo sonrojar. Eric se dio por vencido y se levantó también. Dan se dio media vuelta y antes de que pudiera dar un paso, Eric pasó ambos brazos por sobre sus hombros, asiéndolo firmemente en un abrazo por la espalda. Su respiración le hizo cosquillas en la oreja.
-Sólo no te cortes un dedo, ¿está bien?
-¿Sabes? -observó Dan, en cuanto el escalofrío que le recorrió la espalda se hubiese desvanecido-, no soy tan torpe.
-Yo no diría eso -susurró.
-Hmph. No está bien para ser el primer cumplido que me haces.
-Sabes que no soy una buena persona.
Dante tomó sus brazos suavemente, apartándolos lo suficiente para darse la vuelta sin romper el abrazo y rodeó la cintura de Eric, aferrándose a él.
-Ya no sé si eso es cierto... no sé... -. La frase murió en su garganta mientras su mente quedaba en blanco. Sintió como un lazo invisible lo atraía hacia Eric, y antes de que se diera cuenta, estaban a una insulsa distancia de un par de centímetros.
De repente, el teléfono de Eric sonó de nuevo. Ambos se sobresaltaron, se miraron y comenzaron a reír. Dante se apartó, permitiendo que Eric le respondiera a su madre. Se preguntó si aquella interrupción había sido fruto de su mala suerte o alguna manifestación de bondad por parte del destino, pues supo que eso lo habría distraído lo suficiente como para que hubiera un verdadero riesgo de perder alguno que otro dedo en la cocina. Al terminar, Eric no dijo nada, simplemente le revolvió el cabello y salió de la habitación, Dan siguiéndolo.
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Amo a mi bully.
Teen FictionDan vive en un mundo donde encontrar a tu alma gemela es una de las cosas más importantes que una persona puede llegar a realizar, pero el sistema no es perfecto y, desde luego, su mala suerte no hace las cosas más fáciles. ¿Cómo pudo esperar otra c...