Me llamo Emma

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Irrumpieron en ese bar de carretera decididos, y sin prestar mucha atención a los comentarios de los moteros que había al fondo de la sala, que se habían hecho una idea equivocada de los hermanos a primera vista, porque iban vestidos de traje, ese que Dean tanto odiaba, por lo que solo se lo ponía cuando fingía ser policía.

-Yo miraré por ahí, a ver si quieren hablar conmigo- dijo Sam señalando con la cabeza hacia el almacén y los baños, que estaban llenos de gente, ya que era el inicio de unos pocos días de vacaciones. Se dirigió hacia allí y le llamó la atención el calor que hacía, aunque por lo visto solo le afectaba a él, porque la mayoría de la gente iba en manga corta. Parecía que se habían tomado bastante en serio lo que había predicho la marmota este año...

Dean simplemente asintió y caminó hacia la barra. Se apoyó en ella y esperó a que el camarero, de unos cincuenta y tantos, y que estaba sirviendo el café a una pareja que seguramente estaba de paso por ahí, le prestara atención.

-¿Qué desea?

-Buenos días- sacó su placa- Mi departamento está investigando el asesinato del señor Ryan, y tenemos entendido que fue propietario de este establecimiento durante un tiempo.

-Eh... pues sí-dejó la bayeta detrás de la barra- Compró el bar en... no estoy seguro de si fue a finales de 2010 o a principios de 2011, y en mayo del año pasado se lo vendió a Johnny.

El cazador lo apuntó en su libreta; justo en esas fechas empezaron los sucesos inexplicables en el pueblo.

-De acuerdo. Mirando sus cuentas hemos notado que su situación financiera no estaba pasando por su mejor momento. ¿Fue ese el motivo por el que se deshizo del bar?

-En realidad no lo sé. No venía mucho por aquí, ¿sabe? Pero ahora que lo dice, sí que se le veía agobiado.

-Sin embargo, encontramos una gran cantidad de dinero en efectivo en una mochila en su casa. Le ruego la máxima discreción en lo que se refiere a este tema, pero tengo que preguntárselo. Tantos dólares no salen de la nada. ¿Cree usted que el señor Ryan pudo estar traficando, y que el bar era una tapadera?

La expresión y el color de su cara cambiaron por completo.

-¿Cómo... cómo traficar? ¿Qué quiere decir? ¿Droga, tabaco, personas?

-Me temo que no puedo decírselo. Existen normas muy estrictas sobre los detalles que podemos desvelar a los civiles, pero conteste.

-No...-todavía tranquilizándose- aquí no notamos nada fuera de lo normal, y en las cuentas tampoco. Puedo traerle los libros de esos años, si lo desea.

-Si es usted tan amable-dijo Dean con una forzada sonrisa tranquilizadora.

Vio al camarero alejarse hacia el almacén y observó a la gente a su alrededor. Nada sospechoso a primera vista. Se detuvo en la chica que acababa de llegar y se había apoyado en la barra, a menos de 1 metro de él. Llevaba pantalones cortos, una camisa anudada, y el pelo suelto, sujeto únicamente por las gafas de sol que se había colocado a modo de diadema; todavía quedaba más de hora y media para que anocheciera, pero la luz ya era reducida. A primera vista, parecía tener entre 13 y 17 años, pero Dean estaba seguro de que no era mayor de edad. Entre 13 y 17... ¡wow, qué preciso! Se paró a pensar en cuántos niños conocía. Su trabajo nunca le había permitido tratar con niños, excepto con Ben, mientras Sam estaba en la jaula. Claire; Mike, que tenía que cuidar de su hermano pequeño Ash; los Jefferson Starships; a Lilith tampoco la consideraba una niña... Lucas. Aquel crío al que ayudaron poco después de desaparecer su padre y empezar a trabajar juntos. ¿Cuántos años tendría? Si entonces era un pequeño de 8 años, ¡ahora debía tener 19! Cómo pasa el tiempo...

Tan sencillo como llamarte 'Papá'Donde viven las historias. Descúbrelo ahora