Sam también se acercó un poco, comprobando que el Impala en esa posición no molestaría a ningún otro coche para salir del aparcamiento.
- ¿Tú eres su compañero?- se cuestionó la joven.
- Soy Sam, su hermano.- y también se estrecharon la mano.
- Emma.
Dean cerró el capó, sudoroso y con un "diagnóstico" de lo que le pasaba al coche. Aunque se había quitado la americana, hacía un calor de narices, y la blanca camisa ya empezaba a pegarse a él a causa de la transpiración, marcando algunos de sus músculos.
- Creo que el problema está en la bomba del combustible.
- Pff... ¿y es grave?- exclamó Rachel, preocupada.
- Pues... para qué mentir, sí. Va a haber que cambiarla, y yo no puedo hacer nada más. He visto un taller como a 1 milla y media...
Emma le cortó.
- Talleres Phil- los tres se volvieron hacia ella, que les mostraba la pantalla de su móvil.
- Bueno, pues voy a llamar- replicó Rachel cogiendo el teléfono, aunque no sabía si dejarles solos sería una buena idea.
Al volver se la veía frustrada.
- Por culpa de las fiestas no la tendrán hasta dentro de 3 días.
- ¡Pero eso es mucho tiempo! Para cuando llegue, ya nos tendremos que volver a casa.- dijo Emma.
- Si tenéis que ir a algún sitio urgentemente os podemos llevar. Vamos en la misma dirección, ¿verdad?- sugirió Dean.
- No, no... Gracias, Dean, pero no hace falta.
- En serio, no es molestia.
- ¿Y qué hago con mi coche?- preguntó Rachel, queriendo darle cierto tono de humor a su voz; sin embargo, iba muy en serio.
- Mamá, podemos ir con ellos y cuando vayamos de vuelta a casa, lo recogemos.
Eso era muy, muy mala idea, pero ahora ambos le miraban con la misma mirada de cachorrito, y exactamente los mismos ojos verdes.
- Aarrgh, está bien.
Los hermanos sacaron las maletas de su coche para meterlas en el Impala, Emma se metió en el auto y Sam, extraña y oportunamente tenía que ir a los servicios, así que Dean y Rachel se quedaron solos. Colocaron la última maleta y ella notó algo que brillaba en un extremo del maletero. Llevó su mano hacia allí. Sabía perfectamente lo que era: la apertura del doble fondo donde llevaban las armas.
- Veo que te sigues dedicando al negocio familiar.
Evitando mirarla y con un deje de amargura respondió afirmativamente.
- Ajá. No es el mejor trabajo del mundo, pero alguien tiene que hacerlo.
Ella se quedó observándolo. Tenía algo diferente en su mirada, algo que no reconocía, y de sus ojos había desaparecido esa luz que la había enamorado y brillado con tanta fuerza en lo más profundo de su corazón.
- Has cambiado...- susurró mirándole fijamente.
- Eso es lo que te hace este trabajo. Te va cambiando, a base de golpes -hizo una pausa-. Pero dime, ¿en qué soy distinto ahora?
La pregunta le sorprendió.
- ¿Cómo?
- Quiero que tú, que eres... que me conoces, o me conocías tan bien, me digas qué notas diferente.
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Tan sencillo como llamarte 'Papá'
FanfictionLa vida de Dean nunca ha sido precisamente fácil, pero ¿qué pasaría si se enterase de que tiene una hija? ¿Y si esa hija tuviera un oscuro secreto?