Se ha ido

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Si quieres puedes poner la música cuando te lo indique :)

Septiembre 1999  

Esa noche dos jóvenes iban caminando de la mano por la calle desierta, charlando y riendo. En un momento dado pararon frente a una de las casas.

- Bueno, pues ya hemos llegado.- dijo Rachel. Él la miró, sarcástico.

- Así que quieres que me quede aquí... ¿por qué no quieres que te acompañe a tu casa?

- Jajaja no seas tonto, no he quedado con nadie, yo te quiero a ti.

Se acercaron y se besaron dulcemente, pero de repente Dean se tensó y se separó.

- ¿Qué pasa?- preguntó ella, confundida.

- No, nada... Venga, vamos.- comenzó a caminar en dirección a la casa de ella, pero ella le cogió la mano.

- Hace un momento estabas perfectamente, y ahora algo te preocupa. ¿Qué ocurre?

Él miró hacia su propia casa.

- ¿No te parece que está muy apagada?- No lucía ni una lámpara por las ventanas.

- Bueno... puede que hayan salido a cazar.

- ¿Sin avisarme? No lo creo- Intentó tranquilizarse a sí mismo-. Quizá... quizá se hayan acostado, ya es tarde, ¿no?

- Sí- respondió ella asintiendo-. Ve, si te vas a quedar más tranquilo así. Mi casa está aquí al lado. ¿Cuánto se tarda en ir a pie hasta el lago, unos 5 minutos?

- Mándame un mensaje cuando llegues.

- De acuerdo.

Se besaron, en solo un roce, como despedida, y Rachel caminó cuesta abajo.

~~Música~~~⤴⤴

Él abrió con la llave la puerta y entró en la casa. A sus pies llegaron unos finos haces de luz desde el fondo. Anduvo por el pasillo mirando a su alrededor. Aquella lámpara, la del salón, era la única encendida en toda la casa, según apreció.

Al llegar a dicha estancia se encontró a su padre sentado en su sofá de orejas, de espaldas a él. Dejó las llaves en la mesa y fue hacia John. Parecía estar dormido, pero cuando por fin pudo verle la cara, comprendió que no era así.

Tenía la mirada perdida, fija en la chimenea, y lucía como una estatua. Quieto. Sin vida.

- ¿Papá?

No se movió. ¿Estaría...? No, no podía estar poseído, la casa estaba muy bien protegida, y además, de ser así, ya le habría intentado matar.

No había ni una lágrima en sus mejillas, pero tenía los ojos vidriosos, y un papel en la mano. No opuso resistencia alguna cuando Dean se lo quitó. Reconoció la letra al instante. Era de Sam. Esto no tenía ningún sentido, y su corazón ya latía a mil, así que leyó la carta con atención:

"Cuando estés leyendo esto yo ya estaré muy lejos de casa. Se que tu primer impulso va a ser coger el móvil y llamarme, pero por favor, termina de leer esta carta primero.

Hace unos meses me dijeron en el instituto que si seguía sacando esas notas podría aspirar a conseguir una beca para varias universidades. Envié las solicitudes, y en Stanford me la concedieron. Siempre había soñado con estudiar allí, desde que era un crío, así que acepté. 

Siento no haberos contado todo esto antes, pero no encontré el momento adecuado. O quizá simplemente sea un cobarde. 

Nunca quise fallaros. Sé que teníais otros planes para mí, y que la caza es vuestra vida, pero siento que no encajo ahí. 

Tan sencillo como llamarte 'Papá'Donde viven las historias. Descúbrelo ahora